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El doctor en Ciencias Agrarias Adolfo Rodríguez Canto es académico de extenso currículum vitae, sus investigaciones lo han llevado a pertenecer al selecto grupo de la sociedad del conocimiento; una sobresaliente característica en el espíritu de este científico yucateco es encontrarse infectado por el virus de las artes. Y esta particularidad la imprime en su interesante trabajo bibliográfico: Las pitahayas en las artes plásticas.

Las pitahayas o pitayas, como se les conoce en el sur sureste, son una fruta exótica, bañada de colores sensuales; en temporada de cosecha nuestra urbe se pinta de sus texturas extravagantes y exóticas que emergen de las esquinas en donde oferentes del capitalismo informal vencen la antipatía de los avaros.

Hostigado por la exquisitez de la fruta, el Dr. Rodríguez Canto nos ofrece un enorme catálogo internacional de artistas que han sido seducidos por la cactácea; el obsequio de su obra dedicada con hermosa letra manuscrita modificó mi ajetreada agenda semanal; he leído con parsimonia e interés su trabajo, me deleitó encontrar a pintores, fotógrafos, ceramistas, así como grabados y dibujantes atrapados por el singular fruto.

El Dr. Rodríguez, nacido en Maxcanú, afirma que su obra citada es un tributo a esta maravillosa planta mesoamericana, así como un reconocimiento a los artistas de todo el mundo que la han plasmado bellamente en sus trabajos pictóricos.

El libro de fina edición contiene un total de noventa y ocho obras.
La pitahaya es una planta humilde, sus requerimientos acuosos no son exigentes, pero además crece hasta en regiones pedregosas como las nuestras; en nuestro estado no se han invertido recursos económicos para lograr su industrialización en zonas agropecuarias, por lo que su producción es muy limitada, esto a pesar del aprecio que se tiene por el fruto en Asia.

La presencia de esta cactácea en el panorama estatal no podía saltar la sensibilidad de artistas de casa, así encontramos en el libro Las pitahayas en las artes plásticas a artistas como Rodolfo Navarro Méndez, quien presenta una acuarela en estampa costumbrista y su fuente de inspiración, también destaca el tallado de Rubén Góngora Ku.

El laureado Manuel Lizama aporta a esta joya bibliográfica dos óleos y una acuarela con su estilo particular. Ni siquiera Frida Kahlo pudo esconderse al embrujo de la pitahaya, ya que este libro muestra dos lienzos de ella: Pitahayas y Naturaleza viva.

El trabajo de Adolfo Rodríguez Canto merece leerse y conservarse. La edición es de la Universidad Autónoma Chapingo.

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