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Está en cartelera la película mexicana “La Cuarta Compañía”, que aborda un capítulo verídico ocurrido en los setentas, en donde tiene un papel protagónico el Gral. Durazno, en alusión al entonces jefe de la policía capitalina, Arturo Durazo, quien “apadrina” a un grupo de presos en Santa Martha Acatitla que forman el equipo de futbol americano “Los Perros”, a quienes les encarga además ayudar a controlar la prisión y ejecutar encargos delictivos en la Ciudad de México, principalmente robo de vehículos y robo a bancos.

La película, con más de 10 años de planeación, está basada en un gran reportaje producto de una revisión documental periodística de la época y entrevistas con algunos de los sobrevivientes de “Los Perros”, que cuentan las atrocidades en dicha prisión, incluyendo el tráfico de drogas y armas, la prostitución, abusos, corrupción. Igualmente retrata la corrupción y los abusos como una regla natural de los cuerpos policiacos, quienes, como se refleja en el filme, tenían como regla participar en el tráfico de drogas, en la corrupción y proteger los propios crímenes que ejecutaban “Los Perros” en las calles por encargo oficial.

El tema que aborda permite visibilizar un escenario que pocas veces se ve en el cine mexicano: El Apando (1975), Presunto Culpable (2008), Bala Mordida (2009) y ahora La Cuarta Compañía (2018).

Mucho aportan estas películas a la idea de que el castigo y la reclusión sean, por sí mismos, la solución a la inseguridad y la forma de hacer “justicia”. Incluso a la idea de que toda persona procesada deba ir “automáticamente” a centros de reinserción como medida cautelar. Así es como, actualmente, se calcula que 40% de las personas en centros de reinserción están ahí mientras sigue su proceso, en un modelo de reinserción que, aun con los avances y la adopción de las llamadas “Reglas Mandela”, es todavía un pendiente del Estado mexicano y que ha sido puesto en evidencia por estudios y organismos nacionales e internacionales y por los propios hechos que ahí se suscitan y son noticia aun en nuestros días.

Uno de los protagonistas de La Cuarta Compañía es Zambrano, de unos veintitantos años y sentenciado por robo de auto, quien aspira a pertenecer a “Los Perros”, para lo cual se convierte en un asesino sanguinario dentro y fuera de la prisión.

La propia película nos advierte al final que: “De las prisiones, todo lo que entra tiene que salir”.

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