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Ejemplos de la razón de ser de la presunción de inocencia y el debido proceso que algunos medios y aún peor algunos gobiernos y hasta abogados plantean como una “ventaja” para los “delincuentes” lo tuvimos de forma trágica y desgarradora hace apenas unos días.

Los sucesos ocurridos en Puebla, donde “el pueblo” realizó su propia “acusación”, “juicio” y “sentencia” de dos personas que resultaron inocentes, nos mostró de forma descarnada la razón de ser de este principio que suele mostrarse como algo negativo, como un elemento que ayuda a quienes, tan sólo por ser señalados en una investigación, se dan por culpables. Pero lo que vimos en Puebla fue, justamente, lo contrario: la muerte de dos inocentes bajo el principio de culpabilidad.
Al saber sobre estos hechos que, contra lo que pudiera pensarse, no son novedad en el lugar donde ocurrieron, releí un inspirador artículo del maestro Jordi Nieva Fenoll, el cual debería ser un mantra no solo para quienes imparten justicia, sino para abogados, fiscales y policías y todo servidor público. Y quizás hasta para los ciudadanos si de verdad aspiramos a contribuir al tan llevado y traído Estado de Derecho.

“Lo cierto es que el simple hecho de señalar a una persona como sospechosa genera automáticamente un recelo social ante ese individuo”, apunta el doctor Nieva Fenoll en su brillante artículo “La razón de ser de la presunción de inocencia”.

El ser humano, agrega, tiende a creer cualquier rumor negativo sobre una persona, pero, curiosamente, no sucede lo mismo con las noticias positivas de las que se suele más bien dudar.

Hay multitud de refranes, continúa, que confirman esos pensamientos: “Cuando el río suena agua lleva”, “no hay humo sin fuego” son dichos que confirman la supuesta fiabilidad de una sospecha y nunca la presunción de inocencia. De las posibles causas (sociológicas, psicológicas y del propio proceso) se encarga el ensayo que, por cierto, está disponible en línea.

Cuando se prejuzga o se pone de pretexto al actual sistema penal que obliga a las autoridades, precisamente, a destruir con pruebas e investigación el principio de presunción de inocencia, en realidad se está defraudando a la sociedad, o cuando menos se está siendo condescendiente con estas creencias por las cuales se toma por culpable a todo sospechoso, lo cual es, como vimos en el caso de Puebla, un contubernio sobre ideas equivocadas que pueden tener consecuencias trágicas.

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