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El viejo mundo informa de cosas nuevas en el oficio denominado el más viejo del mundo, conversan la columna Viernes Cultural y El Transcriptor, luego de la lectura de periódicos viejos y nuevos para actualizar su información de la realidad mundana.

Beben, entre hojas amarillentas, sus espressos dobles, y, como notario vapuleado por los diputados que se fueron, también leen en alta voz la nota de un diario español:
“La ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social ha decidido relevar a su directora general de trabajo, tras la aprobación desde su departamento de un sindicato de prostitutas”, que se denomina Otras, acrónimo de “Organización de Trabajadoras Sexuales”.

Las Otras aseguraron que “las trabajadoras sexuales merecemos los mismos derechos laborales que el resto de la sociedad española, ni uno más”.

Hay otra organización española que ofrece cursos de “formación y empoderamiento a prostitutas”.

Aquí y allá están activas las muchachas, dice la querida de los viernes, y agrega: Me recuerda que a) en el Mundial de Futbol de 2014, las brasileñas aprendieron inglés para recibir a los turistas; b) cuando Obama visitó Cartagena en 2012, algunos agentes del Servicio Secreto llevaron prostitutas a las habitaciones de su hotel; c) en Alemania operan unas 400 mil sexoservidoras, colocando al país como el principal receptor de mujeres que viajan a Europa para ejercer el oficio.

Sí, muy interesante el viejo mundo, apunta el erotómano de su vida. Me recuerda también lo leído en la novela de Iny Lorentz, “La ramera errante”, un pasaje insuperable que le he pedido a Patarax que lea, relea y vuelva a leer, en el que la esposa exclama:

“Como veréis, estoy embarazada y debo evitar tener relaciones con mi esposo hasta después del parto. Pero no quiero privarlo durante todo el invierno de una compañera de lecho”.
Y la sublime dama “de inmediato, contrató a una prostituta errante”.

De nada… Saludos…

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