Arabismos en el español yucateco

La RAE estima que cerca de cuatro mil palabras (8 por ciento) del vocabulario total del español son de origen árabe.

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La mayoría de los españoles que llegaron a la península yucateca durante la conquista y la colonia (siglos XVI-XVIII) provenían de zonas en las que la invasión musulmana había durado más tiempo, dominación que persistió por cerca de ocho siglos y en la que estas regiones de la Península Ibérica adoptaron gran parte de las costumbres, cultura y léxico del invasor. La RAE estima que cerca de cuatro mil palabras (8 por ciento) del vocabulario total del español son de origen árabe.

En la Península de Yucatán se han empleado un conjunto de estos arabismos (derivados del árabe hispánico y/o del clásico) adaptados y aceptados en el español estándar: unos refieren al acopio y manejo del agua como aljibe y noria; productos minerales: almagre y albayalde; medidas de capacidad para granos: almud y fanega; prendas como la mascada (pañoleta para adornar el cuello o la cabeza); plantas medicinales: albahaca y alhucema (conocida en otras regiones como espliego); voces como alharaca, bullicio o algazara; alforza, pliegue o doblez para adornar prendas, o azulejo, piso o mosaico, entre otras. Varios de ellos han caído en desuso.

Existen otros vocablos usados en Yucatán, aunque poco conocidos en otras zonas del país, como albarrada, muro de piedra seca; jabalí (pronunciado a veces con glotal jabali’), variedad de cerdo o “cochino de monte”; alpargata, calzado campesino de cuero; alfarda, viga larga de madera en forma de prismática cuadrangular; almanaque, calendario; balde, vano, sin valor, de donde derivan las locuciones de balde (gratis, sin costo), o en balde, en vano o inútilmente; alarife, albañil o maestro de obras; aldaba, pieza de metal para asegurar puertas y postigos; escabeche, guiso aderezado con vinagre, hojas de laurel y otros ingredientes.

Otro grupo de voces es producto de la fusión del árabe y el latín como almuerzo (del artículo árabe al– y el latín morsus, mordisco), comida del mediodía o primeras horas de la tarde. Esta fusión árabe-latín se observa también en alpiste, almeja, almohada, entre otras.

Se consideran también de origen árabe hispánico las interjecciones ojalá (Lit. “si Dios quiere”), deseo de que suceda algo, y guay (pronunciado way), las cuales se asimilaron al español de las dos penínsulas: Ibérica y yucateca.

Entre fines del siglo XIX y principios del XX, con los sirio-libaneses nos llegan voces árabes como kafta, fritura de carne molida de res, perejil y cebolla, o kibi (quebbe), antojito en forma de rombo hecho de trigo y carne molida.

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