José Salazar/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yucatán.- Aunque el duelo se relaciona con cualquier pérdida, ya sea empleo, salud o ruptura sentimental, se tiene especial atención a la de un ser querido, como puede ser un hijo, ya sea en la fase prenatal, neonatal o en la infancia.

La muerte de un hijo deja una gran huella de dolor en sus padres, una parte de ellos se va junto a su hijo y el futuro cambia, ya que no sólo pierden su presencia física, sino también sueños, proyectos y expectativas.

De acuerdo con especialistas en psicoterapia y psiquiatría, la muerte de un hijo lleva a transitar una crisis vital profunda en la que todos los principios filosóficos, espirituales y sistema de valores que hasta entonces guiaban a la persona quedan en “jaque absoluto”.

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Los padres se cuestionan si la vida tendrá sentido y se preguntan: ¿Cómo haré para sobrevivir al dolor de su ausencia? El enojo se apodera de ellos como un huracán que desea arrasar con todo lo que encuentra a su paso, entonces Dios, los médicos, su pareja e inclusive ellos mismos se convierten en blanco de ataques por no haber evitado esta muerte.

Adrián Novelo del Valle, psicoterapeuta de la Clínica Psiquiatría Integral, ubicada en Altabrisa, comentó que el manejo del duelo es aceptar la pérdida como una realidad, salir de la sensación de dolor y retomar el curso de la vida, aunque en ocasiones el proceso implique un replanteamiento de objetivos.

El duelo consta de diferentes etapas, la mayoría coincide en cinco: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, las cuales pueden vivirse en diferente orden e intensidad. “Cada persona es diferente y hay a quienes les cuesta más tiempo procesar el duelo; sin embargo, es importante elaborarlo, lo cual implica aceptar la realidad de la muerte, experimentar el dolor, adaptarse a un nuevo ambiente en el que la persona perdida, en este caso un hijo, ya no participa; hay que retirar la energía emocional depositada en esa persona y reinvertirla en otra dirección”, explicó el psiquiatra.

Agregó que si bien el proceso de duelo es normal, en ocasiones puede complicarse, como sucede en el “trastorno por duelo prolongado”, que consiste en la presencia durante más de seis meses de pensamientos cotidianos sin control acerca de la pérdida, dolor incontrolable por la separación de manera diaria, tristeza profunda y añoranza intensa del hijo fallecido. En este caso se requiere ayuda profesional.

“Este trastorno ocasiona confusión acerca del papel de uno en la vida, dificultad para aceptar la realidad, evitar todo lo que recuerde a lo perdido, por mencionar algunos síntomas que generan un malestar significativo o deterioro de la vida social y laboral de la persona en duelo”, apuntó Novelo del Valle.

El experto en salud mental dijo que la persona que pasa por un proceso de duelo necesita apoyo, por lo que sus seres queridos deben fomentar una buena comunicación, escuchar más y hablar menos, tomar la iniciativa de buscar o llamar a la persona, saber y esperar momentos difíciles durante los meses que siguen a la pérdida.

También se les debe acompañar, ofrecer un abrazo cuando falten las palabras, aprender a sentirse cómodo con sus momentos de silencio y cuando así lo desee, permitir que comparta su historia y recuerdos sobre lo sucedido.