Richter

Estemos atentos pues, y seamos previsores, ya que ahora en Yucatán, además de bombas, podría haber temblores.

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Si se acaba el mundo, me voy a Mérida, ¡ahí no pasa nada! ¿Ah sí?, pues ahora sí pasó, ocurrió lo que jamás nos habíamos imaginado: tembló. Recuerdo en años anteriores que las noticias daban cuenta de algún registro leve de actividad telúrica en alguna comunidad al sur de Yucatán.

Desde siempre se ha creído que la península es una zona asísmica, así nos lo enseñan a los ingenieros civiles en la universidad en las clases de cálculo y diseño estructural; por esa razón, ningún edificio de cualquier tamaño o clasificación por uso, destino o importancia se calcula para resistir cargas sísmicas, ni siquiera se pone a consideración la probabilidad de que eso pueda ocurrir. De un tiempo para acá se ha puesto especial énfasis en diseñar para resistir las fuerzas de los vientos, pero nunca para las imprevisibles cargas que ocasiona un terremoto.

Me parece que aunque el evento del jueves por la noche fue relativamente leve y al parecer no se reportaron daños, convendría revisar reglamentos, normas y criterios de diseño estructural para seguridad de todos de ahora en adelante.

Cuando ocurren estos fenómenos, es común que la información que fluye a través de los medios y en las conversaciones contenga errores quizá involuntarios pero que conviene comentar y tratar de evitar. Por ejemplo, es incorrecto decir que “el temblor fue de una intensidad de 8.1 grados en la escala de Richter”. Esa frase contiene al menos tres errores. En primer lugar, la escala de Richter mide la magnitud, es decir, asigna un número para cuantificar la energía que libera un terremoto a diferencia de otras escalas como la de Mercalli, que evalúa, esa sí, la intensidad basada en los efectos y daños causados en las estructuras, mediante una escala que consta de doce grados, y he ahí el segundo error, la escala de Richter no se mide en grados, los cuales son unidad de medida de intensidad y no de magnitud. Y el tercer error consiste en que desde 1979, los sismos de magnitud superior a 6.9 se miden con la escala sismológica de magnitud de momento y no con la que fue nombrada en honor del sismólogo estadunidense Charles Francis Richter.

La escala desarrollada por Richter con la colaboración de Beno Gutenberg basa los cálculos de la magnitud de los terremotos en sismogramas recogidos exclusivamente con el sismógrafo de torsión de Wood-Anderson, cuyas limitaciones impiden que en esta escala pueda hacerse una mejor discriminación de los valores extremos, de modo que cada vez que leamos o escuchemos un número mayor de 6.9, en realidad esa magnitud fue medida con la escala de magnitud de momento.

Estemos atentos pues, y seamos previsores, ya que ahora en Yucatán, además de bombas, podría haber temblores.

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