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Un fenómeno ahorca a la sociedad y por él criticaron durante años a los millennial, pero claramente no somos los culpables, lo es la caja de Pandora que desde hace décadas ha sido abierta y con la que todos contribuimos trayendo una crisis de valores que poco a poco ha evolucionado hasta la miseria humana.

Hoy no les escribo de magia o alegría pero sí del dolor que es necesario ver y el que me ocasiona observar a mis amigos, maestros y familiares luchando por un mundo de odio, donde la vida, el esfuerzo, el amor y la paz se ven alterados. Tenemos una población que en su mayoría decide, con desesperación, votar por candidatos que prometen darnos todo en bandeja de oro y a los cuales con gusto aceptamos esperando que pesquen y nos regalen el pescado.

Tenemos una sociedad que lucha por evitar las consecuencias de los actos y que, como parte de ello, pide el aborto que legalmente continuará con muertes, promiscuidad y enfermedades. Por si fuera poco, observamos una comunidad racista, que encierra en jaulas a los niños por ser migrantes y que menosprecia al pobre e incluso lo aplasta con tal de ser rica. Vemos a la gente clavar cuchillos por la espalda al criticar, que habla de corrupción pero participa en ella, que pide tolerancia pero no tolera la opinión ajena.

¿A dónde vamos a parar si no cerramos esta caja? Tenemos que evolucionar no involucionar, necesitamos retomar nuestra humanidad, nuestros valores, forjar principios, restablecer la moral y la ética; dejar de culpar a las religiones, ponernos a trabajar en educación, en equidad, en derechos humanos. ¡En dignidad! ¿Recuerdan ese México que trabajó unido en el sismo? Quisiera que regresara para que trabajemos nuevamente en equipo por las cosas que verdaderamente importan.

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