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“Los Drogados de Sinaloa tendrán a Diego Maradona entre dosis de cocaína”, dice presunto chiste en las redes sociales. Es un comentario basto, grosero y hasta cruel, pero no carece de bases. Hace referencia al pasado y presente de quien para muchos fue el mejor jugador de fútbol del mundo, una afirmación muy discutible.

Usted recordará los lamentables excesos que Maradona protagonizó a su paso por clubes europeos. Se recuerdan bien los escándalos en que estuvo involucrado, divulgados por la prensa y en los que se mostraba embrutecido por el alcohol y estupefacientes, e incluso se exhibió vestido de mujer, y todos esos desfiguros y abusos tuvieron entre sus consecuencias la separación de su familia, espantada por el desprecio que El Pelusa mostraba hacia todos quienes debían ser sus seres más queridos.

Y quizás todos los lectores tengan presentes los excesos que el ex jugador argentino cometió a vista y paciencia de la televisión durante la reciente Copa del Mundo en Rusia, donde no solo se mostró perturbado al parecer bajo los efectos de alguna droga, sino que se lució haciendo señas obscenas.

Pese a todo ese triste historial, los directivos de los Dorados de Sinaloa de la Liga de Ascenso contrataron al sudamericano como director técnico, ante lo cual muchos se preguntan: ¿qué esperan que aporte a su equipo semejante sujeto?

¿No debe el deporte fomentar la mejor conducta entre niños y jóvenes, lo que incluye enseñarles el valor del esfuerzo, el trabajo, el respeto a los demás, la disciplina, la buena conducta, la vida sana y otras normas y actitudes siempre positivas? Pero con El Pelusa, ¿qué perspectivas tienen? ¿Acaso el argentino ha prometido ahora sí portarse bien? Es un árbol tan torcido que creemos imposible ese cambio.

Desde nuestra perspectiva, la directiva de los Dorados ha cometido un grave error, pues su decisión de traer a México a Maradona puede considerarse una puñalada trapera al genuino espíritu deportivo que se les debe inculcar a niños y jóvenes.

Ah, y nadie salga con la cantaleta de que veamos a Maradona sólo como ex futbolista y técnico y nos olvidemos de su conducta fuera de la cancha. No, señores, es la misma persona la que se muestra presuntamente drogada en las gradas y la que baja a la cancha a tratar de influir en la acción y la mentalidad de personas que son una importante parte de lo más valioso que tiene un país, es decir, sus jóvenes.

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