“Dios me quiso aquí”

Rafael Pardo Hervás, rector de la Universidad Anáhuac Mayab.

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El sacerdote Rafael Pardo Hervás, en entrevista con Milenio Novedades. (Juan Albornoz/SIPSE)
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Iván Duarte
MÉRIDA, Yuc.- Español de nacimiento, el padre Rafael Pardo Hervás, legionario de Cristo y rector de la Universidad Anáhuac Mayab descubrió su vocación sacerdotal cuando tenía 15 años, edad en la que la vida llama a descubrir y elegir una profesión.

Aficionado al Real Madrid, descubrió a los Legionarios de Cristo cuando esta agrupación empezaba a ser conocida en España.

El inicio de su vida sacerdotal y formativa se dio entre su país natal, Roma y México, radicando desde hace poco más de un año en Yucatán, porque “cuando Dios llama” no queda más que servir.

¿Cuáles son sus orígenes?
Soy español. Nací en el sur de La Mancha, en Valdepeñas, provincia de Ciudad Real. Cuando tenía 15 años radiqué un tiempo en Madrid, a donde toda mi familia se trasladó. Fue en ese tiempo cuando conocí a la Legión de Cristo.

Cuéntenos de su familia...
Mi padre ya falleció, se llamaba Juan José y fue empleado de la banca durante mucho tiempo. Mi mamá se llama Rafaela, y siempre se dedicó a las labores del hogar.
Provengo de una familia compuesta de cinco hijos, en la que soy el mediano. Guadalupe es la mayor, nombre poco común en España, luego sigue mi hermano Pedro, quien es médico y profesor de una universidad en Madrid, después sigo yo, en seguida está mi hermana Cristina, que estudió la carrera de Letras, y la menor, Almudena, quien vino varios años después.

¿Cómo descubre su vocación sacerdotal?
Mi vocación sacerdotal surgió cuando terminaba lo que aquí sería la preparatoria, que es justo cuando uno tiene que elegir la carrera, cuando Dios llama para mostrarnos el camino.
Entonces descubrí a la Legión de Cristo, yo no sabía nada de ella, en México era bien conocida porque es una congregación de este lugar, el fundador es mexicano. En España era poco conocida, pero me impresionaba mucho el modo en que se presentaban, la imagen del sacerdote legionario de Cristo era muy impactante en aquel entonces, y creo que aún lo hace, por la formación y el don de gentes. Así la conocí, Dios me llamó y así entré.

Estuve en Salamanca, luego en Roma, estudiando filosofía y teología, así como realizando estudios superiores. Ahí efectué algo así como las prácticas apostólicas y es en donde se experimenta de lleno la vida de un sacerdote.

Me ordené en Roma, en 1988, de ahí me regresé a Valencia, España, luego me trasladé a México, en el Distrito Federal. Estuve como director de un colegio durante cinco años. De ahí regresé a Madrid y permanecí durante poco más de 13 años, donde fui capellán, consultor y activo participante de la universidad en Madrid “Francisco Victoria”, donde incluso participé también en comunicación.
De ahí regresé otra vez a México, hace como tres años, dos años y medio en la capital, y año y medio aquí, en la Universidad Anáhuac Mayab.

¿Cuál es su principal satisfacción como sacerdote?
Ayudar a muchas personas. Apoyar a alguien a descubrir una vida nueva cuando pensaba que su vida estaba perdida. Ese don de poder hacer abrir los ojos a las personas. A los que quieren, Dios les llama a abrir los ojos a una nueva vida, y entonces puedan pensar que su vida no terminó, que tienen todavía muchas más posibilidades es una cosa maravillosa, es de lo que más entusiasma a un sacerdote, porque además lo puedes palpar.

El que las personas que tenían una vida sin horizonte, luego de haber estado perdidas, uno les puede abrir los ojos con la gracia de Dios, porque uno no hace nada, es Dios quien lo realiza. El hecho de que exista esa posibilidad de que transformen su vida y se dé, es decir, cambian a una felicidad y alegría, una vida que no tenían, eso, puedo decir, ha sido lo más impactante para mí.

¿Qué representa ser Rector de la Universidad Anáhuac Mayab?
Por un lado, es un reto, porque vengo a una universidad que ha crecido mucho y se ha desarrollado en todos los aspectos: en calidad, en la apertura en colaboración con el mundo empresarial y con la sociedad, para desarrollar proyectos muy interesantes. Para mí es un reto que me entusiasma y es muy hermoso.

Me doy cuenta que esta universidad tiene muchísimo potencial que desarrolla ahora, y que mi antecesor, el padre José María Sabín Sabín, la colocó en un nivel muy alto, ya que además contó con un muy buen equipo de directores y maestros, excelente desde mi punto de vista, y por eso me es fácil llevar la delantera.

¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir a la comunidad universitaria?
Cuando vine, lo hice no porque yo lo haya querido, sino porque Dios me quiso aquí. Lo he comentado muchas veces, llego con la ilusión enorme de poner lo mejor de mí para ayudar a los estudiantes, que son nuestra primera meta.

Ellos saben que estoy a su servicio, yo vengo a servir. La dirección o la rectoría de una universidad son eso, un servicio a los demás, comenzando primero con los alumnos, por quienes nos preocupamos no sólo por formarlos profesional y académicamente, sino humanamente, para que sean aquí en Yucatán, en México, y en cualquier parte del mundo, agentes de cambio positivo. Creo que juntos podemos hacer y conseguir cosas hermosas y muy grandes.

¿Cuál es otra de sus prioridades en esta universidad?
Continuar con lo que se ha hecho hasta ahora, seguir impulsando el área de innovación para que la universidad sea más reconocida de lo que ya lo es. Innovación en la tecnología y en todos los niveles, no sólo en el tecnológico.

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