Dolor y ruptura

Una tarde, caminando en el parque, vi a dos personas de la tercera edad tomadas de la mano...

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Una tarde, caminando en el parque, vi a dos personas de la tercera edad tomadas de la mano; de pronto  se detuvieron y  ambas, de blancas cabelleras y  arrugas en la cara, se fusionaron en cariñoso beso.

Esta “postal” que aún guardo en la memoria me marcó e  hizo reflexionar,  no sólo en los  adultos mayores,  sino también  en  la metamorfosis social con radicales cambios del comportamiento, estilos de vida, principios y valores  del México y Yucatán del siglo XXI.

Circunstancialmente y para  no olvidar ese día,  al  llegar al consultorio atendí a una madre también sexagenaria, quien durante el interrogatorio rompió en llanto por el inminente divorcio de su hijo y  la posibilidad de verse privada del cotidiano contacto con los nietos, motor y razón de seguir existiendo, según me confesó.

Desafortunadamente, en el impacto médico-social de este tipo de sucesos pocas veces reparamos. Hemos avanzado con “bombo y platillos” en el proceso administrativo, facilitando los caminos a través del “divorcio exprés” , pero  de las estrategias y acciones implementadas para contrarrestar las consecuencias y secuelas psicológico-conductuales en descendientes y ascendientes poco sabemos.

Según lo encontrado en la literatura, el 25% de los hijos de divorciados no han terminado el colegio, frente al 10% de los de matrimonios estables; el 60% requiere tratamiento psicológico frente al 30%. En cuanto a la tendencia a las adicciones, el 50% de hijos de divorciados ha tenido problemas de alcohol y drogas antes de los 15 años y finalmente, entre muchos de los estragos, el 65% tiene una relación conflictiva con el padre. Del “otro lado de la moneda”, pocos datos analíticos encontramos en cuanto al dolor y alteraciones de la salud de los consanguíneos más cercanos.

Tratando de hacer una analogía con la realidad de nuestra medicina contemporánea, me atrevería a decir que en sumadas ocasiones existe un divorcio entre lo que aprendemos, nos capacitan e inculcan  en centros hospitalarios de otras latitudes para ejercer la profesión con excelencia, contra los actuales recursos en infraestructura y suficiencia de insumos -en algunas instancias-,  que permitan  responder de forma oportuna y expedita al creciente tipo y número de enfermedades que aquejan a los moradores del Mayab. De sus consecuencias y secuelas más de uno podrá comentar.

En fin, aún existen múltiples facturas pendientes en nuestra sociedad. Nadie tiene la “bola mágica”, pero mágica podría ser tu participación ciudadana incondicional.

 [email protected]

Lo más leído

skeleton





skeleton