El aire que respiramos

A ciertas horas del día se presentan niveles preocupantes de contaminantes en el aire...

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Hace ya más de dos años que la Seduma, en una reunión realizada en la Universidad Marista, señaló que de acuerdo con mediciones periódicas de la calidad del aire en el Centro Histórico de Mérida, a ciertas horas del día se presentan niveles preocupantes de contaminantes en el aire que respiramos; ante esta situación se propuso que durante algunas horas, plazo que debería definirse con estudios integrales, se cerraran al tráfico las nueve manzanas que engloban nuestra Plaza principal.

Aunque en ese entonces no se pensaba en medidas como el hoy no circula, porque la gran mayoría de los automóviles son herramientas de trabajo, ante las carencias del transporte público, se insistió en que era momento de pensar en acciones para mitigar la contaminación ambiental del Centro, disminuir los riesgos a la salud de miles de personas que esperan el transporte urbano y frenar el caos vial, un problema real que se observa todos los días en la ciudad.

Lo cierto es que hoy día la situación está peor, dado el crecimiento del parque vehicular y los altos niveles de emisión de los autobuses del transporte público. Sin embargo, no se ha tomado ninguna medida para proteger la salud de todos quienes circulan por el centro.

Esto me hace recordar que hace más de 20 años, quien fuera el director general de Contaminación del Aire de la Secretaría de Ecología me enseñó desde la parte alta del hotel Mérida la nube de contaminantes que a medio día cubría el centro, aunque por la tarde se limpiaba por la brisa; pero hoy día seguramente el área afectada es mayor y nuestras incidencias en el cambio climático crecen cotidianamente.

Hagamos coro para solicitar que tengamos una red de monitoreo continuo de la calidad del aire, con cuya información podremos sustentar programas de mitigación, de protección a la salud y de reducción de nuestra incidencia en el cambio climático, programas que todos deberemos cumplir y respetar.

No basta con sembrar árboles, lo cual es indispensable y permanente, hay que reducir las emisiones contaminantes de manera radical en beneficio de todos. Siempre repetiré el comentario de la estudiante de Harvard que me dijo: “su centro apesta”;  y yo le dije: no, huele mal, y me insistió: “no, apesta”.

 

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