El amor de una madre va más allá de la muerte

Deolinda Correa o la "Santa Pagana" es venerada en el sur del continente, porque, aún después de fallecida siguió amamantando a su hijo.

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Santuario en honor a Deolinda Correa. Aseguran que lo que ocurrió fue un milagro. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- La señora Lorena Bucio Camarena, de nacionalidad argentina (radica en Mérida desde hace tres años) nos mandó un relato que es muy famoso en su país y en general en toda Latinoamérica, el cual quiere compartir con los lectores de esta sección:

“Saludos a todos los lectores de esta sección, espero les agrade una historia que circula en mi país y en países vecinos y que a continuación les doy a conocer.

"Muchas veces resultan increíbles los sacrificios que una madre está dispuesta a hacer por sus hijos. Una madre es capaz de dar la vida y sufrir lo inimaginable por ellos, y aún en su lecho de muerte, en sus últimos suspiros, una madre pide por sus hijos... tal fue el caso de Deolinda Correa.

"Gran cantidad de personas del noroeste de Argentina, así como de Chile y Bolivia rinden culto, desde el siglo XIX, a Deolinda Correa para que las proteja y ayude, como ayudó a su hijo, en medio del caliente y sofocante desierto, cuando todo parecía estar perdido.

"Era el año de 1835 y el país se hallaba inmerso en una terrible guerra, en la que fueron aprisionados el papá y el esposo de Deolinda. Algunas versiones dicen que corrió detrás de su marido, quien iba a ser llevado al desierto, donde estaban los prisioneros de guerra. Otras personas dicen que el acoso del jefe de policía le resultó insoportable, por lo que huyendo de él se metió al desierto.

"Salió rumbo al desierto únicamente con una cantimplora llena de agua y abrigada con un poncho, y su hijo, de meses de edad, en brazos, en busca de su esposo. Atravesó el inhóspito desierto de Apacama, subió y bajó montañas y valles de piedra y tierra reseca, soportó lo inimaginable, el viento, el ardiente sol, hambre y sed. Caminó y caminó sin descansar.

"Con los pies lastimados y los labios resecos por la sed, después de unos días llegó a un lugar llamado Vallecito, en la cuesta de la sierra de Pie de Palo. Ahí, en la cima de un cerrito, Deolinda cayó exhausta, como sintió que se estaba muriendo, probablemente rezó y rogó a Dios y a la Virgen por la vida de su hijo.

Zopilotes marcan el camino

"Tres días después, unos arrieros que pasaban por un lugar cercano, vieron que unos zopilotes volaban en círculos insistentemente sobre un solo lugar. Intrigados, los campesinos se acercaron al sitio, donde se encontraron con una escena muy lastimera. Observaron el cuerpo sin vida de Deolinda, pero, increíblemente, su hijo estaba mamando de sus pechos.

"Profundamente conmovidos por la escena, los señores sepultaron a la infortunada mujer, marcaron el lugar con una cruz de algarrobo y se llevaron al niño hasta el pueblo de Caucete.

"La gente de los pueblos cercanos, al enterarse del milagro de Deolinda, y digo milagro, porque así llamaron a lo sucedido ya que ellos jamás habían tenido noticias de que de la muerte pudiera surgir la vida, como en el caso de la santa pagana que, a pesar de estar muerta, pudo amamantar a su hijo.

"Bueno, pues la gente, al enterarse, de inmediato acudió al lugar de los hechos donde levantaron un santuario (en la sierra Pie de Palo) en honor a la mujer que salvó la vida de su hijo después de muerta.

"Tanta es la fe que se le tiene a la santa pagana, que las madres continuamente le piden que las llene de leche para poder alimentar a sus hijos, como ella lo hizo, los campesinos que les mande lluvia para sus cosechas y los arrieros, que la declararon su patrona, que los proteja de los peligros del camino.

"Su popularidad llega a tal grado que incluso, poetas y cantores populares la incluyeron en sus obras dedicándole sus versos y canciones.

"Este es un culto que, lejos de desaparecer se fortalece, ya que cada día de los muertos y cada Semana Santa miles de peregrinos de todas partes de Argentina, Chile y Bolivia viajan hasta el lugar a encenderle una vela, ofrecerle una botella de agua y un presente, que puede ser desde una alhaja hasta una herramienta, un traje de novia o incluso un coche, todo a cambio de un favor.

"Sin embargo, a pesar de la gran fe que la gente de estos lugares le tiene a la 'santa pagana' y a pesar de haber hecho el milagro de amantar a su hijo después de tres días de muerta, salvándole así la vida al bebé, la iglesia católica se negó a cristianizar la tradición de la difunta Correa.

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