El espectro del joven de la tambora

Tras provocar el suicidio de su hijo, al destrozarle la tambora que tanto amaba, el papá la restauró y la tocó hasta que murió.

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Una tambora muy parecida a esta era la que tocaba Lorenzo todos los días. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Como ustedes saben, toca el turno de publicar los relatos que los lectores amablemente nos mandan, pero siendo aniversario de un relato que me contaron, no me quiero quedar con las ganas de presentarles una historia verídica de la cual supe cuando viajé a Sinaloa y que en verdad es impactante.

La historia que a continuación presento ocurrió en el poblado de Culiacancito, Sinaloa (no confundirlo con la ciudad de Culiacán, la capital de ese estado), se le conoce como el caso del “fantasma de la Tambora".

Hace poco más de 25 años, un adolescente, de nombre Lorenzo, se suicidó porque su papá le quitó y le rompió su adorada tambora, con la que tocaba todos los días en la puerta de su domicilio.

Imagino que sería bastante el cariño que el muchacho tendría por el instrumento para llegar al grado de suicidarse. Los vecinos no se sorprendieron, pues, según dijeron, por años no pasaba un día sin que el entonces niño tocara, sentadito junto a la banqueta o en una sillita, sacando de “oído” diversas melodías de moda, principalmente cumbias y música de banda.

Tras el velorio y el entierro de Lorenzo, ni se escucharon misteriosos sonidos de una tambora, ni se vio el fantasma del joven rondando el lugar...

Expiando pecado

A partir de su muerte ocurrió algo inesperado, pues fue tal el arrepentimiento de su papá, que compuso la tambora que días antes había roto y empezó a vagar por las calles tocando el viejo y resarcido instrumento musical... perdió la razón, nunca más regresó a su casa...

Ni siquiera su esposa, hermanos, ni sus propios padres (abuelos del joven) pudieron convencerlo de regresar a casa, le pasó algo muy parecido a la leyenda de la señora del muelle de San Blas, que perdió la razón esperando el regreso del amor de su vida, aunque en este caso fue por el remordimiento por haber propiciado la muerte de su hijo.

Luego de tres años, el papá de Lorenzo murió en un parque público donde dormía, murió tocando la tambora… 

Para ese entonces estaba todo harapiento, parecía un indigente, en varias ocasiones lo metieron a la cárcel, pero al salir hacía lo mismo –tocar la tambora-, sólo quienes lo conocían o estaban enterados de su caso sentían compasión por él y le regalaban comida… 

Tras su muerte, tampoco se escucharon misteriosos sonidos de la tambora ni se vio el fantasma de este señor rondando el lugar... Esto sería entre comillas lo lógico en el mundo paranormal, pero no fue así. 

El fantasma de Lorenzo

No, a partir de la muerte del padre del Lorenzo, la gente que transita por el lugar, aseguró ver el fantasma del hijo, sentado en el mismo sitio donde murió su papá, dicen que desde el más allá ha regresado y perdonado a su padre... O al menos, eso afirman quienes los conocieron en vida, ya que en un lapso de tres meses se contaron hasta 15 reportes de personas que no se conocieron entre sí y que describieron a Lorenzo tras verlo en la banca y después desaparecer como fantasma.

Lo sorprendente del caso es que padre e hijo murieron el mismo día, es decir un 30 de agosto. Lorenzo en 1987 y el papá tres años después, de un infarto, lo que significa que no se suicidó, sino que el destino hizo una broma macabra al llevárselo a la muerte el mismo día que su hijo.

Cuando visité Culiacán y Culiacancito, los lugareños me pidieron que les hablara de los aluxes, ya que hasta en esas tierras son famosos los relatos de estos seres del Mayab, y fue después de platicar varias historias de mi terruño cuando me dijeron: “Te tenemos una historia de Sinaloa que te va a sorprender, es del fantasma del joven de la tambora”, y vaya que no se equivocaron.

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