El Dr. Mayoli incluso recetaba contra infidelidades

El médico romano que vivió en Yucatán en el siglo XVIII era reconocido por resolver casos increíbles.

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'El Libro del Judío' es una gran obra médica formulada por el Dr. Mayoli, quien vivió en Yucatán en el siglo XVIII. (Foto de contexto tomada de SIPSE)
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Sergio Grosjean/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.- La semana pasada nos referimos a que la Escuela Modelo estableció un interesante programa que incluyó, entre otras cosas, implantar nuevas estrategias pedagógicas, y una de ellas, llamada la “Semana de la Historia de Yucatán”, llevó de la mano a los niños por un recorrido a través del tiempo recorriendo hechos y eventos que han dejado huella en la historia de Yucatán; pero lo innovador fue que se realizaron obras de teatro que representaron a exploradores de diversas épocas. 

Tuve la fortuna de ser invitado para platicarle a los niños de primaria mis experiencias como explorador, y luego de la convivencia puedo decir que me he llevado la enorme sorpresa que los “tsirises” sabían muchísimo de lo que esperaba, y eso es una prueba fehaciente del destacado éxito del proyecto, y es por ello que quiero felicitar a la escuela por su gran acierto.

Dándole seguimiento a mi columna de la semana pasada en la que comentamos que uno de los personajes que se representó en las obras fue el Dr. Mayoli; médico romano que vivió en Yucatán en el siglo XVIII que se destacó por su talento como profesionista, no obstante, el hombre le decía a sus amigos que en sus primeras curaciones había sido muy desgraciado y que su mala estrella para acertar en el tratamiento de sus pacientes lo hizo estudiar otra medicina que no era la escrita, y posiblemente allá comenzó a ilustrarse en el uso de las plantas de esta región, mismo que lo llevó a plasmar el manuscrito que genéricamente ha recibido el nombre de "El Libro del Judío". 

Tal como comentaba el ilustre Dr. Eduardo Urzais, se hace referencia a este trabajo de manera genérica ya que son varios escritos que andan dispersos por el mundo sin que se sepa exactamente cuál es el original, pero que se parecen bastante los unos a los otros al grado de que no dejan duda de que constituyen una cadena de copias con omisiones y adiciones de mayor o menor importancia.

Aunado a este “recetario”, el hombre tenía diversos métodos de curación, y que siendo objetivos, nada tienen de científicos ya que mezclaba en gran medida la brujería y la magia, aunado a que fue un poco raro en sus artes de curar ya que también fue pitoniso o visionario a la hora de establecer un pronóstico. Sin embargo, se asegura que fue muy acertado en sus tratamientos. 

En total, entre remedios de propiedades y varias recetas específicas contra determinados males, el libro trae 526 pequeños apartados, y hay complejas recetas contra tuberculosis pulmonar, lepra, epilepsia, reumatismo, paludismo, dolor de corazón, desmayos, catarros comunes, inapetencia, aire maligno, cirrosis, cálculos, arenillas, lobanillos, asma, hidropesía, llagas, escorbuto, úlceras internas, baile de San Vito, hemorroides, incordios y fístulas, mal gálico, calvicie, impotencia y una muy curiosa que se dice capaz de curar a maridos engañados y ofendidos.

Casos particulares

Sus formas de curar o predecir las podemos ejemplificar con estos casos que obtuvimos de un valioso y antiguo escrito: En cierta ocasión don Francisco Solís enfermó de un terrible dolor estomacal al grado que cuando el médico llegó el hombre se encontraba revolcándose de dolor, y al auscultarlo y hacerle las preguntas correspondientes enseguida sacó una liga y la sujetó a la rodilla y la tensó fuertemente. A los 20 minutos el hombre ya se encontraba plácidamente conversando con el galeno. 

En otra ocasión, curaba a don Juan Pacheco de una grave dolencia del hígado, por lo que le pidió que le llevaran a su consultorio un frasco de orín, y es así que una de las sirvientas condujo la muestra, pero en el camino resbaló y el líquido cayó, por lo que la muchacha, al temer ser reprendida, fue al baño, orinó en un bote y se lo entregó al Dr. simulando que se trataba de la muestra solicitada. Sorpresa se llevaron todos al recibir la noticia por parte del Dr. Mayoli que el original era de una mujer, y que estaba embarazada. 

En estos casos, podríamos encontrarle una explicación científica, pero qué me dirían con respecto a que en cierta ocasión, transitando una noche el Rosario de ánimas por casa del médico Mayoli, escuchó el tarareo del maestro cantor apellidado Silva, y al instante salió de su habitación para preguntarle a su mujer a quién pertenecía esa voz, por lo que ella le cuestionó debido a que esas preguntas nunca las hacía al azar.

Finalmente, el médico le contestó que pronto el hombre moriría, por lo que la mujer quiso advertirle pero el Dr. se opuso, ya que si se enterase agilizaría su muerte; no transcurrió mucho tiempo para que la campana mayor repiquetee anunciando la salida de los santos óleos para la casa del cantor, que finalmente a las dos horas después murió. Se dice que este fue uno de sus principales dones: Pronosticar la duración de la vida tal y como lo hizo con su hijo.

Mi correo es [email protected] y twitter @sergiogrosjean

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