Mérida, pasado y presente: San Juan (5)

Algunas crónicas indican que 'La Negrita' de la fuente fue importada de Francia y estuvo en la Plaza de la Independencia.

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Interesante imagen obtenida de la fototeca Pedro Guerra, de la UADY, donde se observa el recorrido en automóvil del entonces arzobispo electo de Yucatán, Fernando Ruiz Solórzano; del consagrante, arzobispo de México Monseñor Luis María Martínez y Rodríguez, y el de Morelia Luis María Altamirano y Bulnes, del aeropuerto a la Catedral de Mérida, a su paso por la calle 64 frente al parque de San Juan. (Sergio Grosjean/SIPSE)
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Sergio Grosjean/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Continuando con nuestra crónica que publicamos puntualmente los lunes, en esta ocasión nos referiremos al barrio de San Juan, ubicado al sur de la plaza principal, lugar obligado a transitar por las diligencias que viajaban a Campeche por el Camino Real.

Construida a principios del siglo XVII, la ermita de San Juan Bautista fue reestructurada por órdenes de D. Agustín Francisco de Echano, y dichas obras  concluyeron el 23 de junio de 1770 de acuerdo al historiador, Juan Francisco Molina Solís. Originalmente, la ermita se construyó a raíz de una promesa que hizo el Ayuntamiento por las desgracias causadas por la plaga que azoló los campos y arrasó los cultivos, dejando a la población desamparada y hambrienta, y de allá, como un acto de invocación a San Juan Bautista, se erigió. 

Detrás del templo existió un mesón público para los viajeros, y que de acuerdo a nuestro entrañable amigo Gilberto “Palillo” Segura -uno de los insignes anticuarios de Mérida y maestro de gastronomía-, posiblemente de este sitio o metros adelante surgió el término de panucho, ya que éste se deriva de “pan de don Ucho”, ya que don “Ucho” era un hombre en cuya fonda vendía masa frita  aderezada con saldos de comida, y los viajeros que arribaban por el Camino Real a la altura de la ermita, a altas horas de la noche, se detenían en el lugar a alimentarse pues no había otro sitio.

El arco de San Juan se erigió alrededor del año de 1690 bajo el Gobierno del General Juan José de la Bárcena, y marcaba el inicio del Camino Real de Campeche. Este y otros arcos que se construyeron en la época, eran parte de un proyecto de amurallamiento de la ciudad para protegerla de piratas, pero por diversas razones, entre ellas la económica, nunca se cristalizó.

En la primera década del siglo XIX, el capellán de la iglesia, el destacado sacerdote Don Vicente María Velázquez y Alvarado, organizó una sociedad a la que se le denominó “Sanjuanistas”, misma que en un principio simplemente buscaba promover actos piadosos a favor del patrono de la citada ermita, pero con el paso del tiempo este movimiento se transformó hasta convertirse en la corriente precursora de la Independencia de la colonia.

A través de los años, el extremo poniente de la plaza de San Juan fue acondicionado como jardín, el cual fue dotado de vistosas bancas y enverjado. En su área central fue construida una fuente de regular tamaño en la que fue erigida una estatua de bronce color oscuro, representando una joven mujer y llamada “La Negrita de San Juan”. Algunas crónicas señalan que antes estuvo en la Plaza de la Independencia y que fue importada de París. Los flamboyanes que fueron sembrados a finales del siglo XIX fueron sustituidos por almendros en la época de D. Olegario. 

Doña Soledad y 'El Loro'

En los terrenos donde más tarde fuera erigida la estatua de Benito Juárez, fueron desde el siglo XIX utilizados como campos de pelota. El 1 de febrero de 1909, el gobernador Enrique Muñoz Aristegui inauguró la estatua del Benemérito de las Américas.

Al costado sur del parque se ubicaba el colegio de los Hermanos Maristas; en el costado oriente estuvo el Registro Civil, entonces bajo la dirección de Delio Moreno Cantón, hasta 1905 que se trasladó a la calle 64. Sobre la 62, esquina con 69, se encontraron las bodegas de la empresa Zaldívar, donde se fundó la cordelería San Juan, una de las más grandes que hubo en Yucatán, y luego existió un cine del mismo nombre.

Hace ya muchos años, al costado poniente del jardín, se instaló doña Soledad, una viejita vendedora de panuchos y chocolate, con su ayudante, un borrachín a quien decían “El Loro”. Era punto de reunión de serenateros y trasnochadores, algunos personajes ilustres de la sociedad yucateca. 

Nos narra Montejo Baqueiro que en época del gobernador Ernesto Novelo Torres cuando se llevaban a cabo obras de reparación de la fuente, “La Negrita” fue retirada de su sitio con todo y su base original, y la estatua estuvo fuera de la fuente más o menos diez años, y de la cual no se obtuvo información de su destino. Pasando este lapso de tiempo, ante gestiones de un grupo de vecinos y jóvenes estudiantes, el municipio, a cargo de Fernando Heredia González, restauró a su sitio original, en la fuente, a la famosa “Negrita de San Juan”. 

Mi correo es [email protected] y twitter @sergiogrosjean.

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