El más grande encantador de serpientes entre los mayas

Box Can era el más grande encantador de víboras venenosas entre los antiguos mayas de Yucatán.

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Hasta hoy puede verse una efigie de Kabahau Can en la antigua ciudad maya de Kabah, en el sur de Yucatán. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Desde tiempos muy remotos han existido por estas tierras del Mayab unos valerosos hombres que poseen la habilidad de atrapar serpientes venenosas con las manos.

También pueden curar las mordeduras de estos reptiles con mágicos ritos y antídotos que sus antepasados les transmiten de generación en generación y que guardan celosamente para que sus poderes no caigan en manos equivocadas. Estas personas reciben el nombre de Ah Cunal Can, que quiere decir “encantador o hechicero de serpientes”.

Mucho antes de la llegada de los españoles a Yucatán se contaba la historia de un poderoso encantador de serpientes que se llamaba Box Can (serpiente negra), y eran famosas sus hazañas para atrapar peligrosas culebras y realizar curaciones.

Durante su vida había sido mordido en infinidad de ocasiones, pero el veneno no le hacía ningún daño pues su cuerpo era inmune, además contaba con la protección de una deidad conocida como Kabahau Can, señor de los hechiceros de serpientes.

Se entera el Xibalbá

Un día las célebres curaciones de Box Can llegaron hasta el inframundo de los mayas conocido como Xibalbá. En ese lugar habita la gigantesca serpiente Xkukicán, a quien no le gustó que un simple mortal tuviera mucho poder sobre sus compañeras las culebras que deambulan por el mundo de los vivos, entonces decidió vengarse de Box Can y de su gran poder, y para lograrlo raptó a su joven hija y se la llevó hasta su madriguera en el Xibalbá.

Una víbora de cascabel se acercó a Box Can y le dijo que su hija estaba en los dominios de su amo Xkukicán y que nunca volvería a verla a menos que revelara los secretos de su ciencia y dejara de combatir a todas las serpientes con sus mágicas curaciones. Le dio tres días para pensarlo, de no aceptar su hija se quedaría para siempre en ese lugar sufriendo eternamente los tormentos de aquel monstruoso ser.

Box Can solicitó el sabio consejo de los viejos Ah Canul Can de la región, que le indicaron que debía acudir a la ciudad de Kabah y pedirle ayuda a Kabahau Can para emprender la peligrosa misión de rescatar a su hija del Xibalbá. Para que aceptara llevó una ofrenda consistente en 14 cascabeles vivas que depositó alrededor del cuello de la escultura, mágicamente fueron desapareciendo sobre la deidad y esta cobró vida. Escuchó con atención la súplica de Box Can y aceptó acompañarlo en el rescate de su joven hija.

Los dos hechiceros se dirigieron al inframundo para encontrarse con el raptor. La entrada de ese lugar se hallaba en un antiguo centro ceremonial dedicado a Xkukicán y en el centro tenía una gruta por donde se accedía hasta la guarida de la misteriosa víbora.

Cuando llegaron a su destino observaron a miles de mujeres emitiendo lastimosos gemidos por el dolor y sufrimiento que recibían todos los días. 

Al fondo se encontraba descansando Xkukicán y a su costado la muchacha que habían ido a rescatar. Con mucho cuidado se acercaron a ella para liberarla, pero cuando se disponían a salir de aquel lugar fueron descubiertos por la serpiente, que les impidió la salida al interponerse entre su camino.

Terrible enfrentamiento

Se dice que el enfrentamiento fue terrible, Xkukicán defendió sus dominios con fiereza pero la tranquilidad y valentía de los dos hechiceros fue superior y les permitió dominar al monstruo. Kabahau Can aplicó sus ancestrales conocimientos para hipnotizarla y sumirla en un profundo sueño, lo que aprovechó Box Can para clavarle la cabeza en el suelo a Xkukicán con una madera para neutralizarla. 

Los tres lograron salir con vida del inframundo maya, la joven siguió con su vida normal. Box Can continuó curando y encantando serpientes hasta convertirse en el más legendario de los Ah Cunal Can del Mayab.

En cuanto a Kabahau Can retornó a su estado anterior y se puede ver hoy en día en la antigua ciudad maya de Kabah, al sur del estado de Yucatán, con una serpiente al cuello que sostiene con la mano izquierda.

Agradecemos a don Víctor Navarrete del municipio de Akil que nos haya compartido esta interesante leyenda maya para todos nuestros lectores.

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