El ovni que me persiguió en Tixpéual

Jorge Moreno relata su primera experiencia con naves o seres de otro mundo, la cual ocurrió en noviembre de 2002.

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Lugar exacto donde fue el avistamiento del ovni, en la carretera Tixkokob-Tixpéual. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- En estos días les he platicado sobre casos de avistamientos ovnis en Yucatán o bien relatos de lectores que han tenido una experiencia similar con naves o seres de otros mundos, pero recibí un correo de un lector de nombre Saúl Aquino, quien me sugirió que hable sobre mi primera experiencia relacionada con estos casos.

Ocurrió en el año 2002, aún no fundaba la revista Misterios ni me dedicaba a los fenómenos paranormales, por lo que la experiencia que tuve fue exclusivamente como un “civil”.

Fue un día de noviembre de ese año, eran aproximadamente las nueve de la noche y retornaba a Mérida en mi vehículo desde el municipio de Tixkokob. Estaba por llegar a Tixpéual (era paso obligado en ese entonces para ir a la capital yucateca) cuando de pronto en el espejo retrovisor vi una luz blanca a unos 200 metros de distancia, a ras de piso y sobre la carretera. De hecho pensé que era la luz de un tráiler que vendría detrás de mí y no le di importancia.

Instantes después, esa luz ya estaba a mi costado derecho, pero sobre el monte, a cuando mucho cinco metros de altura y mantenía la misma velocidad a la que yo iba. Mi sorpresa fue mayúscula pues mientras yo bajaba y subía mi velocidad el ovni hacia lo mismo, para estar siempre a la misma distancia que mi auto.

A pesar de tenerlo a menos de 20 metros, no emitía ningún tipo de sonido, no se me ocurrió detener el auto, decidí continuar; me acompañaba mi novia, cuya incredulidad de lo que veía para ese momento ya se había convertido en temor.

De pronto al frente ya se empezaban a ver las luces de las primeras casas del poblado de Tixpéual, y el extraño objeto en ese momento dejó de verse, como si no quisiera ser visto por más público.

Le pregunté a mi novia si quería que regresáramos, ella me dijo ¡no!, pero instantes después cambió de parecer y me dijo “OK vamos”; de inmediato di vuelta en “u”, aceleré bastante en busca de ese ovni, pero ya no se veía nada en el firmamento, a pesar de que en ese espacio no hay postes de luz ni ninguna otra fuente de energía, lo que permite ver de forma clara cualquier luz en todo el horizonte.

No había pasado ni un minuto cuando decidimos regresar para avistarlo, avancé casi cinco kilómetros y llegué a la fábrica que está a la entrada de Tixkokob, me detuve y me subí al techo de mi vehículo para tratar de ubicar al OVNI, pero ya no se veía absolutamente nada en el cielo, con excepción de las estrellas y las escasas nubes que había esa noche. La única forma en que pudo haber desaparecido habría sido volviéndose invisible o avanzando en línea vertical a una altísima velocidad…

Mil dudas saltaron por mi cabeza. Más que temor sentí mucha incredulidad por lo que había visto momentos antes, a pesar de que lo vi, aún no lo podía creer.

Hoy, a 11 años de distancia me siento afortunado por haber tenido esa experiencia única.

Un año después, cuando decidí fundar la revista Misterios, retorné a ese sitio y tomé fotos en los lugares exactos donde ocurrió el avistamiento.

Entrevisté a personas de ambos poblados y también algunos de ellos han visto de vez en cuando lo que yo vi esa noche y que espero algún día, tarde o temprano, volver a ver.

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