'El Señor es mi luz y mi gozo'

Jesús se revela como médico del ser humano en su totalidad existencial. Vencedor del mal, del pecado, del demonio.

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La base de toda unidad y su fundamento es nuestro Señor Jesucristo, garantía de la autoridad y seriedad en lo que se dirige a la conciencia de los fieles. (SIPSE)
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MÉRIDA, Yuc.- III Domingo del Tiempo Ordinario

Is. 8,23-9,3; Sal. 26; I Cor. 1,10-13.7; Mt. 4,12-23

I.- Is. 8, 23   

Este oráculo se sitúa en el año 732 a.C. introduce la predicción del nacimiento del niño real que trae consigo paz y gozo, un contraste con las tinieblas de la ocupación de la parte sur de Palestina. En la primera parte se describe la humillación de la ocupación y en la segunda el gozo de la liberación.

a)Is. 8, 23

La tierra de Zabulón y de Neftalí se encuentra al norte y noreste del Lago de Tiberiades, se le denomina “camino del mar” porque une la costa de Galilea con Damasco. Habitada por una población mixta de paganos y hebreos (cf. Mt. 4, 15). Territorio ocupado por los Sirios y por lo tanto sujeto a la humillación; es por ello que a estos se les profetiza la dicha de la liberación.

b)Is. 9, 1-3

Si se juega con los contrastes humillación-glorificación, luz y tinieblas, aquí se evoca las tinieblas como símbolo de infelicidad, opresión, esclavitud y muerte; la luz evoca los valores opuestos que significan salvación.

El gozo de la liberación se expresa con dos imágenes, la de la cosecha que se recoge con alegría y la imagen bélica de la repartición del botín que reconforta después de la batalla.

La última fase describe la liberación por medio de la iluminación de los signos de la esclavitud: el yugo, la barra, el cetro; y se rehace al recuerdo de la epopeya de Gideón contra los medianitas.

Esta alusión interpreta el acontecimiento de la libertad recuperada como don de Dios, y no como obra de las fuerzas humanas.

II.- I Cor. 1, 10-13

La iglesia de Corinto, como veíamos el domingo pasado, es una compleja y cosmopolita ciudad, con contrastes, corrupción y desenfreno. Con las influencias de otras sectas y religiones, surgen las divisiones y enfrentamientos.

a)Exhortación a la unidad (I Cor. 1, 10)

La base de toda unidad y su fundamento es nuestro Señor Jesucristo, garantía de la autoridad y seriedad en lo que se dirige a la conciencia de los fieles.

“Ser unánimes en el hablar” significa estar en paz y armonía en un común sentir; porque la perfecta unidad de pensamientos se expresa en un ideal común hacia el cual tender.

b)El hecho de las divisiones (I Cor. 1, 11-13)

Pablo conoce el hecho de los grupos que hace referencia a los más insignes y fomentan así rivalidades. Las pretensiones de  estos grupos implican un absurdo dogmático y es que hacen que aparezca Cristo dividido.

El bautismo tiene valor para la persona que lo recibe y por medio del cual el bautizado se incorpora a la Iglesia. Pero la fuerza no viene de la calidad del que lo administra, sino de la redención de Cristo del que trae su eficacia y al cual nos une. Para que todos los bautizados configuremos así la Iglesia.

c)El ejercicio del apostolado de Pablo (I Cor. 1, 17)

Pablo se siente muy atraído por la dimensión apostólica de la predicación y ha sido fiel a su carisma sin buscar atraer la atención sobre sí. Su doctrina debería hacer callar las vanas discusiones de sus oyentes, en base a la sabiduría de Cristo, la que se opone a la sabiduría humana y a la cruz de Cristo, para ilustrar en forma contundente el contraste entre la sabiduría de la cruz y la sabiduría humana.

III.- Mt 4, 12-23

En el evangelio de Mateo se presenta la venida del Reino de los Cielos como un drama en siete actos, el texto de hoy se encuentra en la sección narrativa del segundo acto que es donde se promulga el Reino y la invitación a formar parte del mismo.

Primero Jesús está en Galilea, luego viene el llamado de los discípulos y posteriormente se traslada a Cafarnaum.

a)Ministerio en Galilea (Mt. 4, 12-17)

Este inicio del ministerio coincide con el arresto y prisión de Juan el Bautista. Las anotaciones geográficas es para demostrar que se realiza la profecía de Isaías. Por otra parte Galilea acoge a gentes venidas de diversas regiones y naciones; y la predicación de Cristo hace eco de la del bautista aunque con nueva y esplendente autoridad.

Invita a cambiar mentalidad, anuncia la inminencia de la llegada del Reino, que se ha inaugurado en la presencia y predicación de Jesús.

b)La vocación de los primeros discípulos (Mt. 4, 18-22)

La llamada de los primeros cuatro discípulos viene presentada por la invitación de Jesús: “¡Síganme!” y por la promesa que añade “los haré pescadores de hombres”. El verbo “seguir” en aquella época significaba el respeto, obediencia y los numerosos servicios que los discípulos de los Rabinos prestaban a sus maestros. Aquí no es el alumno que elige a su maestro, sino el maestro que llama e invita.

• Los siguen no sólo para escucharlo y aprender sino como testigos, colaboradores y trabajadores de la viña.
• Jesús les hará comprender las exigencias del “seguimiento” que comportará llevar la cruz de cada día como maestro.
• “Pescadores de hombres” es para comprender que este anuncio del Evangelio se hará en vistas al juicio final y al ingreso en el Reino.
• La obediencia de estos primeros cuatro fue inmediata.

c) Resumen (Mt. 4, 23)

Este último párrafo presenta a Jesús como predicador del Evangelio, y como el que sana enfermedades. Ambas acciones íntimamente conectadas, nos hacen comprender que en Jesús el Reino de Dios está inaugurado y ya presente.

A través de la predicación y curaciones, Jesús se revela como médico del ser humano en su totalidad existencial. Vencedor del mal, del pecado, del demonio.

Conclusiones

La Iglesia es señal de que el Reino ha comenzado y está en curso el Reino de Dios actuado por la Palabra, acción y persona de Jesús. Es una invitación a la confianza en Él, que nos llama, guía y sostiene, que viene a nuestro encuentro para ser luminosa nuestra historia.

Es una invitación a la conversión, urgente decisión de colaborar con Dios, para que Su Reino venga con la prontitud de estos primeros discípulos en su: conversión-adhesión-seguimiento.

Como dice muy bien Francois Mauriac: “Si deseas el descanso del alma y la felicidad, entonces cree, y si quieres ser discípulo de la verdad, busca” (Los Cinco Rostros de la Angustia). La existencia cristiana debe ser tensión, movimiento, búsqueda y es así como se obtiene la paz.

El gran escritor francés que falleció en agosto de 1988 escribe: “¡Mientras estemos con inquietudes podemos vivir tranquilos!” (Julien Green.- Diario 1961).

En este itinerario hacia la luz y la gozo (primera lectura) es fundamental la unidad (segunda lectura) es ese amor respetuoso, comprometido y recíproco que Pablo desea.

“La Iglesia una, santa, católica, apostólica es la Iglesia de Jesucristo. La comunión de Cristo es su misterio. La Iglesia de Jesucristo se caracteriza en el mundo por la unidad en la libertad, la santidad en la pobreza, la catolicidad en la elección de los más débiles y el apostolado en el sufrimiento...” (Jurgen Moltmann.- “La Iglesia fuerza del Espíritu”. p. 463).

Debemos creer, amar, confesar a Jesucristo, verdadero Dios, verdadero hombre, maestro y modelo, redentor y esperanza de la humanidad, fuente y centro de nuestra fe.

El Papa Francisco a la luz de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium nos dice: “El Señor Jesús nos está pidiendo que nos convirtamos en apóstoles, que nos sintamos responsables por la conversión del mundo, de todas las personas que conocemos, trabajo, familia, amigos, que nosotros seamos para ellos realmente testimonio vivo de que Cristo es real, de que Cristo está vivo, que ha resucitado y que tiene el poder de cambiar la vida de todo el mundo, especialmente hacernos felices en el cambio total del corazón”.

Esto nos lleva a una conversión que comporta reavivar nuestras vidas para corregir lo malo y fortalecer lo bueno. Todos debemos vivir en constante espíritu de conversión: rechazando toda división, siguiendo decididamente a Cristo, cumpliendo sus mandamientos, siendo positivos y propositivos para lograr cada día la victoria de Cristo en la propia vida, en la propia familia y en la propia comunidad.

¿En qué consiste el Reino de Dios? Respondo citando las palabras del Beato S.S. Juan Pablo II: “La naturaleza del Reino es la comunión de todos los seres humanos entre sí y con Dios. El Reino tiende a transformar las relaciones humanas y se realiza progresivamente a medida que los hombres aprenden a amarse, a perdonarse y a servirse mutuamente...”

Construir el Reino significa trabajar por la liberación del mal en todas sus formas. En resumen, el Reino de Dios es la manifestación y la realización de su designio de salvación en toda su plenitud” (Redemptoris misio, 15).

Por ello en la oración que Jesús nos enseñó cotidianamente oramos: “Venga a nosotros tu Reino...”.

Amén.

Mérida, Yucatán, 26 de enero de 2014.

† Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
Arzobispo de Yucatán

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