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Las mayores enseñanzas vienen escondidas en las frases más cortas, esas que no esperamos recibir y que de pronto nos impactan como un rayito de luz en nuestros pensamientos más profundos; esos que preocupan y nublan la visión. En las letras que a continuación vivirán en tus ojos, haremos alusión a ese tipo de sabiduría breve.

¿Cómo es que en la vida tendemos a repetir tales o cuales frases que no nos sirvieron de enseñanza pero que adoptamos de igual manera para utilizarla en el futuro con el prójimo? Creo que nos convertimos en nuestros padres y en nuestros abuelos. Comenzamos lentamente con una adaptación de sus maneras y, al ser conscientes de esto, notamos también cómo de nuestra boca sale alguna frase que juramos jamás repetir porque no nos parecía adecuada. Porque creíamos que sus tiempos, lector, no eran ni serían los nuestros.

Se trata, naturalmente, de una equivocación. No hay manera de evitar convertirse en el otro porque la convivencia humana genera imitaciones que no pueden controlarse. Me gusta pensar que si alguien pudiera dibujar los trazos de las interacciones humanas, marcaría con color rojo todas aquellas veces en las que los tiempos de dos personas se mezclaron y chocaron para luego convertirse en sabiduría futura.

Dejo para las últimas líneas la totalidad de las palabras que vinieron a dar motivo a estas letras y a esta reflexión, porque este es también un intento de pasar la voz y el consejo de una manera peculiar. No siempre estamos listos para lo que viene ni para el mundo de significados que podemos crear a partir de 21 palabras. Es posible que la historia breve que leerás sea una nueva manera de sentir la vida y de entender cómo es que funcionan los ciclos, las interacciones, los consejos al aire y los recuerdos.

Sin más, presento el microcuento “Del tiempo a tres voces” del chileno Nelson Gómez León. Siéntase libre de proyectarse: “Antes de morir, papá me regaló su reloj. Pasaron los años, y ahora mi hijo ve la hora de su abuelo”.

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