Hace poco tuve la oportunidad de asistir a un evento patrocinado por la Fundación Telmex que me dejó la alentadora esperanza de que México tiene oportunidades, al ver a diez mil jóvenes con ganas de escuchar historias de éxito y de aportar las suyas para sumar esfuerzos.

Esta semana, la desgracia que ha dejado terribles noticias parece convencernos de que somos un país con más coincidencias que diferencias. Que quienes habitamos el territorio nacional tenemos alma buena y ganas de ayudar. Que esa experiencia que viví es más grande de lo que yo había soñado y que esta nación sí tiene oportunidad.

Que somos más los buenos que los malos y que contra la solidaridad nadie puede. Me enorgullece ver la rapidez con la que muchos hemos actuado, aún en la distancia.

Desconfiamos porque ya nos han engañado muchas veces los miles de aprovechados que se encuentran en el camino, entre los necesitados y los que aportan su granito de arena, pero siempre nos las ingeniamos para dar.

Me quedo con los aplausos por cada ser rescatado, con los que se inscribieron para ser voluntarios, con los rescatistas de todo el país que acudieron lo más rápido posible ante la catástrofe.

Me quedo con los empresarios que aportaron vuelos de avión, enseres de todo tipo, maquinaria, habitaciones de hotel, catres para dormir, entre otras cosas.

Me quedo con los ciudadanos que ofrecían agua, baños, cobijas y hasta espacio para dormir, me quedo con quienes abrieron sus señales de internet para compartir señal.

Me quedo con el amor a México en el mundo que expresa palabras de aliento para quienes aquí vivimos, me quedo con la solidaridad humana, me quedo con el amor.

Aprovechó que es lunes, que me siento orgullosa de ser mexicana y que comienza una nueva semana para seguir ayudando a ayudar. ¡Que sea feliz!