El lado humano de la tecnología

A través de su empresa, jóvenes yucatecos crean y enseñan robótica a niños y adultos, además de trabajar hacia la internacionalización.

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Los jóvenes encontraron en su talento para desarrollar tecnología su vocación profesional y giro empresarial. (Juan Albornoz/SIPSE)
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Cecilia Ricárdez/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- David Alberto Sansores Peraza, Daniel Alejandro Sansores Peraza, Jesús Uscanga Morales y Arturo Castillo Ugalde cuatro ingenieros, entre estudiantes y egresados del Tecnológico de Mérida, encontraron en su talento para desarrollar tecnología su vocación profesional y giro empresarial.

Ganadores de concursos de robótica, instructores y actuales organizadores de un encuentro respaldado por la Sociedad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología Aplicada A.C. (SOLACyT), son los fundadores de Andromie Robotics una empresa que crea y enseña robótica tanto a niños como adultos. Con vías de expansión internacional trabajan actualmente para tener su propia plataforma de mercadeo para exportar.

Actualmente, su negocio está ubicado dentro del Instituto de Robótica de Yucatán al que pertenecen y fue fundado por especialistas en el tema que laboran desde tierra maya. 

¿Por qué dedicarse a un negocio de la robótica?
Comenzó en la escuela, como parte de una retribución a petición de la escuela, una manera de compartir lo que ya hacíamos, porque, independientemente de las clases, ya desarrollábamos robótica de competencia en México y Estados Unidos. 

Comenzamos por cursos de verano y de invierno en el Tec, luego en el Instituto de Robótica de Yucatán, en 2010, primero casi como un juego, no por negocio. Fue hasta 2012 cuando presentamos nuestro proyecto en un Concurso de Innovación Tecnológica en León, Guanajuato, y ahí medimos la reacción de la gente y nos dimos cuenta que era viable.   

¿Cómo lo volvieron rentable?
Luego de la experiencia en Guanajuato decidimos hacer el proyecto de manera formal y entramos a la convocatoria de la Secretaría de la Juventud de Yucatán del programa “Emprender” y ganamos un apoyo de 30 mil pesos. 

En ese tiempo ya dábamos cursos, vendíamos material a maestros que lo necesitaban, además desarrollábamos tecnología, desde entonces el modelo más vendido ha sido el Andromie, un robot con una plataforma programable de muchas maneras, el productor comenzó a volverse popular  y adoptamos su nombre para que fuera nuestra marca. Allí nos dimos cuenta que el lado pedagógico y el desarrollo de productos era un buen camino. 

Con vías de expansión internacional trabajan actualmente para tener su propia plataforma de mercadeo para exportar

¿Qué retos enfrenta una empresa de su giro?
Desarrollar tecnología es costoso, pagarnos un sueldo es difícil, aunque nos diéramos un salario mínimo es difícil mantenernos. 

Sin embargo, estamos trabajando duro, actualmente nos encontramos en la transición de pasar de lo local a lo nacional, también estamos estudiando la  posibilidad real de avanzar este año en la etapa internacional, al menos al nivel Latinoamérica, esto representará un gran cambio siendo una microempresa. Estamos trabajando para optimizar el proceso de envío. 

Próximamente entraremos al comercio por internet, dirigido a geeks (aficionados a la tecnología). También estamos en planes de hacer una alianza estratégica con una empresa para hacerlo a mayoreo y entre a las escuelas. 

Este año sería ese gran paso, porque en nuestra página de Facebook nos piden producto desde Ecuador, Colombia.

¿Cuál consideran su ventaja competitiva?
Ofrecemos un hardware, una mecánica, una estructura bastante robusta, es resistente y por ejemplo los que son para niños evitan que se rompa si se les cae o lo pisan, o aplastan con su mochila. 

Son de calidad y el precio no es elevado, todos los elementos son mexicanos y a pesar de eso el precio al público es equiparable a los que se manejan con productos chinos.

Los niños arman y aprenden de lo que está hecho, en los diseños avanzados como el Andromie se entrega un kit para el desarrollo de software y hardware, se proporciona todo para que el usuario, si desea agregarle una pieza o una función, lo puede hacer, es “hackeable” el robot. 

Actualmente tenemos nuevas versiones y las que sigan siempre serán compatibles.

¿Tienen competencia en su metodología?
En el norte del país hay varios como nosotros, pero no tienen el sistema como el de nosotros, que cuando termina el taller o el curso el chico se lleva su robot, por eso tenemos éxito y tenemos más robots para niños que para jóvenes.  En un curso de seis meses, cada mes el participante se lleva su robot. 

¿Cómo protegen sus proyectos?
Sabemos que se puede patentar, pero todavía no consideramos que sea necesario porque cada robot que creamos le hacemos modificaciones y tendríamos que registrarlo cada vez que hiciéramos cambios; sin embargo, tenemos recursos legales para poder defendernos en caso de plagio. Lo que nos dicta si funciona es el mercado, más que nuestras pruebas en laboratorio donde hacemos trabajos.

¿Cómo se asesoran?
De manera informal, no estamos afiliados a ninguna cámara o agrupación, pero estamos bien relacionados con la Cámara Nacional de la Industria Electrónica de Telecomunicaciones e Informática, sector electrónico y de telecomunicaciones, también  en eventos de emprendedores, de charlas con otros jóvenes para compartir experiencias. No tenemos una consultoría formal.  

¿Qué consejos pueden compartir a otros emprendedores?
No pierdan el objetivo, persistan en sus sueños, hay una frase que nos ha marcado: ‘El que persevera alcanza y el que no, simplemente fracasa’.  Es una cuestión de tiempo, paciencia y constancia.

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