Jorge Moreno/ SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- Hoy les presentamos un interesante relato que nos mandó un lector de esta sección de nombre Gabriel Rosado, quien radica en la ciudad de Mérida, y que habla sobre un amuleto que él usa desde hace más de 20 años:

“Leo de forma muy seguida la sección de Enigmas, y me ha llamado la atención cada vez que hablan sobre los amuletos como los que sirven para ganar en juegos de azar, atraer dinero, salud, etcétera. Pero me he dado cuenta de que nunca han hablado de uno que yo uso desde hace 20 años, y según he visto es muy bueno por su duración y que se llama popularmente 'cruz de la vida'.

“Yo, la verdad nunca había sido de usar amuletos. Mi papá me lo regaló hace como 20 años cuando yo era un adolescente y cuando vi que era una cruz no me agradó porque no soy muy católico, pero me dijo que aunque era en forma de cruz no precisamente simbolizaba a la iglesia o al cristianismo.

“En aquel entonces yo tenía 17 años de edad (ahora tengo 37) y estaba medio descarriado y era rebelde; me había empezado a juntar con supuestos amigos que sólo eran malas influencias, pues casi diario tomábamos los tragos. Yo me había salido de la escuela y todo lo atribuía erróneamente a mi supuesta depresión por la muerte de mi hermana cuatro años atrás.

“Sin embargo, un día llegó mi papá y me dijo que para que yo agarrara buen camino debía encomendarme a una cruz que era un amuleto. Me dijo que era como milagrosa, ya que podía cumplir tus anhelos y deseos. Claro que yo no se lo creí pero para nada, pues parecía cuento de Disney, pero fue tanta su insistencia que terminé agarrándola y poniéndola en mi cuarto.

“No le di mucha importancia, pero un día vi que la cruz cambió de lugar, y sentía como un deseo de tenerla cerca de mí; sin darme cuenta, con el paso de las semanas y de los meses ya casi no tomaba, ya me había inscrito de nuevo al siguiente curso escolar y me había buscado un trabajo de medio tiempo.

“Mi papá decía que era gracias a la cruz, pero yo no le había pedido ningún deseo, a lo que él me respondió algo que se me quedó bien grabado: no era una lámpara maravillosa y que no salía ningún genio al pedir un deseo banal, sino que trabajaba a través del inconsciente para cumplir todos tus anhelos, como si leyera tu mente.

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“Años después, en un viaje que tuve a Guadalajara entré a un mercado y para mi sorpresa vi varias cruces similares a la mía; pregunté y me dijeron que se vendían de dos formas, como adorno o ritualizadas, es decir, activadas para que funcionen y cumplan los deseos de las personas. Pedí más informes y me dijeron que ese amuleto, llamado “cruz de la suerte” o “chance croos” (en idioma francés) al personalizarlo puede hacer que se cumplan tus anhelos, metas y todo tipo de cosas positivas, y eso fue precisamente lo que me regaló mi papá y se lo agradezco eternamente, pues hasta la fecha le tengo mucha fe a esa cruz y siento que me ayuda hasta en mis momentos de desesperación”.

Hasta aquí finaliza el relato de don Gabriel, a los pocos días de que me mandó su carta (a finales del mes de junio) me di a la tarea de investigar más sobre ese amuleto y me di cuenta que es muy popular en Guadalajara: se trata de una cruz de madera, relativamente pequeña, que tiene incrustada una medalla de San Benito y unos dijes que la hacen funcionar. Se activa dependiendo del signo zodiacal de la persona y de acuerdo con gente que la ha usado es altamente efectiva.

Lo único malo que en Guadalajara las venden a un alto precio (a 560 pesos) y no hay un sitio en el sureste que las distribuya de forma personalizada.

Otro de los amuletos que tienen que ver con las estrellas es el de San Cipriano, como el de abajo.