Espantos en ex hacienda de Tecoh

Los fantasmas de un varón y un niño rondan Lepán, en donde alguna vez vivió y murió el oro verde.

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En la ex hacienda de Lepán, en el municipio de Tecoh, algunas personas aseguran haber escuchado lamentos de un varón y ruidos de un niño que viene a jugar al lugar. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Recientemente, estuvimos de nuevo en la ex hacienda de Lepán (comisaría que pertenece al municipio de Tecoh), en donde varios sucesos trágicos que han ocurrido a lo largo de los años han propiciado diversos fenómenos paranormales.

Dos personas que radican en ese poblado, quienes prefirieron guardar el anonimato, comentan que en los primeros días de julio se escucharon los gritos y lamentos de un varón; esto lo atribuyen al aniversario luctuoso de una tragedia ocurrida ahí hace unos siete años:

“Unos chavos vinieron a pasear aquí, uno de ellos era de Kanasín y se ahogó al caerse a un cenote que está aquí. Dicen que es su alma en pena que no descansa en paz; también en esta hacienda se murió un niño, pero en la piscina, pero eso tiene más tiempo, hasta hay una cruz pintada adentro que lo recuerda. Dicen que, hasta la fecha, el fantasma del niño viene a jugar aquí”.

Lepán se ubica a poco menos de una hora de la ciudad de Mérida y desde antes de llegar sobresalen sus dos enormes chimeneas con las que cuenta el casco de la exhacienda, una de las cuales tiene las evidencias de un rayo que le impactó hace unos años durante una fuerte lluvia, y que le dejó una “cicatriz” enorme.

Esta exhacienda tiene en común lo que muchas otras en todo el estado de Yucatán, es decir, fue construida a principios del siglo pasado durante la época del oro verde (henequén), los dueños se dedicaban a sembrar y procesar este producto, el cual a través de camiones se iba hacia el puerto de Sisal primero, y Progreso, después, para embarcarse rumbo a otros países.

De acuerdo con recortes periodísticos y crónicas de la época, la explanada principal fue sede tanto de fastuosas fiestas como de asesinatos, fusilamientos y del embrujo de un hechicero que llegó a ese poblado y, debido a que no fue correspondido amorosamente por una joven que ahí laboraba, le hizo un encantamiento a través de pócimas, humo y gallinas muertas.

Esto último no fue del agrado de uno de los capataces de la hacienda, quien no se andaba por las ramas y era de “pocas pulgas”, pues al ver esto, sin la más mínima explicación sacó su escopeta y le disparó al brujo para que se fuera; a partir de esto hay dos versiones.

La primera señala que el visitante fue herido en la pierna, huyó y regresó para vengarse, y la otra versión dice que murió ahí mismo, y que fue su hermano quien regresó para cobrar venganza, pero corrió con la misma suerte que su hermano, ya que el capataz también lo mató durante la pelea que tuvieron.

Hasta hace unos 20 años, se decía que en las puertas y en los interiores de la exhacienda veían al fantasma de este hechicero que, enamorado de aquella joven, aún en el más allá no se resignaba a haberla perdido, aunque en realidad nunca la tuvo, ya que no fue correspondido.

Los pobladores también señalan que en ese lugar habitaba un Huaykeken y un Huay Pek (brujo que se convierte en cerdo y perro respectivamente).

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