Don Valerio y su amigo 'Huaycot'

Valerio Cen Chi defendió la amistad que tenía con un indigente llamado Silvio, porque le salvó la vida transformándose en monstruo alado.

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Don Pascual Cen quiere que se investigue la historia del amigo alado de su padre. (Jorge Moreno/SISPE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- “Estimada gente de lo paranormal, quiero compartir con ustedes una historia que mi padre contaba con mucha frecuencia, y que se me vino a la mente hace poco al leer una de sus historias. Actualmente, yo vivo en Cozumel. Mi padre falleció hace ya más de 8 años. Cuando esto sucedió nosotros vivíamos en Sitilpech, comisaría la ciudad de Izamal, Yucatán.

“Mi padre siempre contaba de su amigo de nombre Silvio; en realidad, no sabría decir si ese era su verdadero nombre, pero todo Sitilpech lo conocía así. La gente antigua de ese lugar comentaba que era un Huaypeek o Huaychivo.

“Yo veía que mi padre y ese señor a menudo se iban todos los viernes a Izamal. Mi papá tenía una bicicleta en la que se trasladaban, el caso es que un día mi abuelo -que en paz descanse- le preguntó si no se cansaba de llevar a don Silvio en la bicicleta, a lo cual mi padre respondía:

“No me canso, ya que saliendo a las afueras del pueblo don Silvio se quita la cabeza, le salen alas y garras como un ave gigante y yo me monto en él para irnos volando.

“Yo tenía siete años de edad cuando empecé a escuchar la historia que contaba mi papá y se me ponía la piel chinita al sentir un aire frio al escucharlo hablar sobre eso y escuchaba claramente cómo mi abuelo sentía pánico al pensar que don Silvio pudiera comérselo un día o una noche en sus constantes idas a Izamal, pues él creía en todo eso de los huayes.

Defendido a garras y alas

“Mi papa defendía a don Silvio porque una vez contó que lucharon con un monstruo que se le conoce como ‘Tijera’ en este pueblo de Sitilpech, pues se ponen de albarrada a albarrada en forma de tijera y al pasar alguien sin fijarse, este monstruo los eleva y ya nunca más vuelven a ver a la persona (también son conocidos como ‘tapacaminos’).

“Pues resulta que en una de esas noches fueron agarrados por esta ‘tijera’ y no lo soltaba, y cuenta mi difunto padre que don Silvio le clavaba las garras para que no los llevaran. El caso es que don Silvio siempre se dejaba ver como un indigente como si hubiera trabajado todo el día y de noche se mostraba en su cara el cansancio como si llevara una carga. No platicaba con nadie, pero mi padre decía que ellos nunca asustaron a nadie ni molestaron, ni hicieron daño a nadie. 

“En la actualidad yo tengo 43 años y después de dos años de fallecer mi papá, don Silvio iba a buscarlo a la casa y gritaba: ‘Res, res, resbalón” (así apodaban a mi padre), y tristemente mi abuelo salía a decirle que mi padre ya había muerto a lo que él respondía que no podía ser porque lo había visto días antes en el parque del pueblo tomando un refresco.

“Mi difunto padre se llamaba Valerio Cen Chi, yo me llamo Pascual Cen. Me gustaría saber si pueden investigar bien la historia de don Silvio y mi padre. La gente que conoce mejor esta historia se reúne en el Palacio Municipal de 7 a 10 de la noche en Sitilpech, Yucatán.

“De antemano, muchas gracias por tomarse el tiempo de leer esta pequeña historia queda de ustedes investigar”.

Así finaliza su carta Pascual, a quien le agradecemos que haya compartido con todos los lectores el asombroso caso de su padre y su amigo Silvio, aunque por lo que relata, más bien Silvio era un Huaycot (brujo pájaro) y no un Huaypek (brujo perro) o Huaychivo.

A la brevedad estaremos viajando a Sitilpech para investigar más al respecto.

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