Deambula con una soga por cementerio de Mérida

Un pedazo de cuerda, con el que fue ahorcado por un crimen que no cometió, mantenía 'atada' el alma de Martín Tuz a la tierra.

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Afirman que el alma en pena del joven también fue vista en el calabozo donde fue asesinado. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Durante la Guerra de Castas, muchos yucatecos perecieron fusilados e incluso ahorcados. A continuación presento el caso de un joven que murió de esta última forma en el poblado de Halachó, pero que fue enterrado en Mérida y de ahí que su alma no descansa en paz.

Todo inició, al parecer, por un malentendido, ya que un coronel fue encontrado muerto cerca de Halachó y la única persona que se encontraba cerca era un humilde joven de nombre Martín Tuz, quien de inmediato fue detenido como presunto asesino.

Su juicio duró dos meses, tiempo en el cual estuvo en el calabozo y fue torturado para que declarara su culpabilidad, aunque todos los que conocían a Martín sabían que él no era capaz de matar ni a una mosca.
Además, el coronel era una persona fornida de casi 1.80 metros de estatura, en tanto que Martin apenas rebasaba los 1.50 metros y era muy flaquito, por lo que era ilógico que en el pleito y forcejeo este último hubiera logrado asestarle más de 10 puñaladas.

El caso fue que al ser declarado culpable, alguien con mucha influencia decidió que debía tener un castigo mayor al de pasar varios años en la cárcel, por lo que a los dos días, este joven apareció ahorcado en su celda.

Pero nadie creyó que se tratara de un suicidio, pues hasta una soga se encontró, así como rasgos evidentes de tortura, pues los ojos los tenía llenos de moretones.

Sin defensa alguna

En aquel entonces no se pudo hacer nada, su humilde familia no tenía ni el dinero ni el poder para siquiera reclamar algo, además de que en ese entonces no existían las leyes tal y como están ahora, que te permiten defenderte un poco más, o bien, se cuenta con el apoyo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, así como medios de comunicación, redes sociales, etc.

El caso fue que el cadáver del joven fue llevado a Mérida y enterrado en el Panteón General, ya que su familia era de esta ciudad y tras la tragedia prefirieron tenerlo cerca, a pesar de que en vida ya tenía poco más de dos años viviendo en Halachó.

Tras el humilde entierro no pasó nada fuera de lo normal; no al menos el primer año…

Justo al cumplirse su primer aniversario luctuoso, los dos veladores del panteón empezaron a reportar la presencia de un joven deambulando por los pasillos, y más aún lo veían con una gruesa soga en la mano.

El ser fantasmal caminaba hasta llegar a su tumba y justo ahí desaparecía… Al cabo de unos días, reportaron esto a los familiares que acudieron a verlo y uno de ellos afirmó que quizás su alma no descansaba en paz debido a que fue asesinado injustamente, es decir, acusado de un crimen que no cometió, lo cual hasta cierto punto tenía lógica…

Sin embargo, uno de los veladores, quien tenía bastantes años dedicado a esta labor y sabía mucho sobre almas en pena, pregunto de qué forma se murió el joven.

Causa posible

Cuando le respondieron que falleció ahorcado, y que veían deambular su espíritu con una soga en la mano, este de inmediato sugirió que una posible causa es que lo hubieran enterrado con parte de la soga en su ataúd y por eso no podía descansar en paz.

El papá del joven no lo creyó del todo, pero con tal de que descansara en la eternidad autorizó la exhumación del cadáver, la cual, al realizarse, para sorpresa de muchos vieron que en su mano... tenía un pedazo de soga…

De inmediato lo sacaron de la caja y lo enterraron de nuevo, a partir de ese momento ya no volvió a darse ninguna manifestación, lo que significa que muy posiblemente ese desafortunado joven ya descansó en paz.

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