Policías resuelven misterio de los lamentos nocturnos en Chemax

Agentes de la Secretaría de Seguridad Pública encontraron varias ouijas enterradas y sólo se les ocurrió hacer un 'conjuro'.

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Tres ouijas y un pájaro muerto encontraron enterrado junto a un árbol; se trata de brujería. (Ilustración: Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Hoy les presento una entrevista con un policía de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) a quien entrevisté ayer mientras se tomaba un breve descanso, ya que estaba de guardia por la visita del presidente Enrique Peña Nieto a Mérida.

“He seguido con mucha atención los casos de policías que publican y hay uno que yo quiero platicar, pues es lo más cercano de lo que he estado con lo paranormal”.

“A finales del año pasado, me mandaron al retén que se ubica cerca de Chemax, en la frontera con Tulum, Quintana Roo. Ahí, (comúnmente) nos ponemos a checar la entrada y salida de vehículos que vienen y que salen para el vecino estado, y a un costado hay una casa abandonada en donde en ocasiones aprovechamos dormir.

“Un par de veces ya me habían dicho otros compañeros que cuando me mandaran ahí tuviera mucho cuidado pues ahí espantaban, pero la verdad ni caso les hice, ya que pensé que solo lo decían por necios.

“Cuando me tocó estar en ese sitio, un compañero que ya tenía semanas ahí me dijo que eso sí era verdad, pues en la madrugada se escuchaban voces de niños pequeños como si estuvieran balbuceando e incluso llorando.

“Un día, no sé por qué, pero tuve la sensación de ir a la parte de atrás de esa casa, es puro monte, pero no me importó, sentía como que algo me llamaba; aún no estaba muy claro el día, eran como las seis de la mañana, pero si alcanzaba a ver bien; de pronto, junto a un árbol vi una madera medio rara que salía del piso, como si estuviera semienterrada.

“Sin el más mínimo temor, agarré un tronco que estaba en el piso y empecé a desenterrarlo para ver qué era; por fortuna, la tierra estaba suave y de pronto me voy fijando que era una ouija, pero para mi sorpresa, junto a esta había tres más, así como un pájaro muerto, que se veía que recientemente lo enterraron ahí porque aún tenían sus plumas y no se le veía el esqueleto.

“Casi de inmediato como que desperté o me cayó el veinte de lo que había encontrado y fui a llamar a mi compañero, quien corroboró lo que descubrí ahí.

“Lo único que se nos ocurrió en ese momento es volver a enterrarlas, pero sin tocar nada, pues pensábamos que podíamos cargar algo malo, y él tiro un crucifijo que tenía en su cuello, pues decía que este estaba bendito y podía ayudar si las ouijas eran parte de un hechizo.

“En los siguientes días nos transfirieron y decidimos no comentar nada, pero con el paso de los meses, platicando con otros compañeros a quienes les había tocado estar ahí, dijeron que los ruidos y llantos de niños se dejaron de escuchar, a lo mejor gracias a que mi compañero enterró el crucifijo bendito junto a las ouijas.

“Por cierto, otro de mis compañeros dice que estuvo muy al tanto de un caso similar, el de los muchachos de secundaria que jugaron una ouija curada en Dzitás, pero ese caso ya lo han dado a conocer en las páginas de esta sección”, finalizó.

El oficial se refiere al caso ocurrido hace cuatro años en ese municipio, cuando siete estudiantes de la escuela secundaria de la población decidieron jugar una ouija curada (es decir “activada”) en el cementerio y quedaron poseídos, teniendo como consecuencia fueran llevados a la iglesia de Cristo Rey en Mérida para que les hicieran una liberación, en especial a una joven que tardó en curarse.

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