Sury, la muñeca poseída por un alma en pena

El alma de una joven suicida, llamada Alicia, quedó atrapada hace 17 años en la muñeca de su hermana menor, con la que nunca pudo comunicarse.

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¿Sury?, ¿Alicia?... La muñeca está en el Museo Paranormal de Mérida, su nueva casa. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- El sábado pasado, caminando por un mercado ambulante en Mérida, vi algo que me llamó la atención: se trataba de una muñeca de medio uso que estaba en un puesto junto con otras chácharas.

Los dueños no estaban enterados de lo que tenía esa muñeca, o al menos eso parecía... Pregunté su precio y la adquirí, y es así como ahora puedo saber la historia completa de Sury, la muñeca blanca.

Sury es el nombre de esa pequeña muñeca, de mirada intensa y ojos penetrantes; su cara denota desesperación y cierta angustia para unos, ternura y miedo para otros; sin duda, un contraste de emociones.

Y aunque Sury es el nombre de la muñeca, quizás debería llamarse Alicia, el mismo nombre del alma en pena que accidentalmente ha poseído a la muñeca.

Alicia nació y murió en Mérida, Yucatán. A la edad de 19 años tuvo una decepción amorosa que la hizo tomar una fatal decisión: tomarse 17 pastillas de Diazepam y media botella de alcohol; lo peor del caso fue que durante su agonía se arrepintió, decidió que no valía la pena morir por un chico que la había engañado, pero ya era demasiado tarde, fueron once minutos de un terror potencializado: su angustia por tratar de vivir en pleno camino sin retorno hacia su muerte.

No supo que murió

Aquel sábado 11 de enero de 1997 fue el último de su vida, el deceso ocurrió a las 10:35 de la noche. Como muchas veces suele ocurrir, ella no se dio cuenta de que estaba muerta hasta tres días después, cuando finalmente pudo abrir los ojos, ver a sus familiares y descubrir que en efecto, había muerto.

Nunca supo cuándo, dónde o cómo la enterraron, no vio su velorio, sus coronas o el vestido que le pusieron para su despedida. 

Lo primero que vio como alma errante fue la tristeza de su hermanita de siete años, llorando amargamente su muerte, consolándose con su inseparable muñeca “Sury”. Para su sorpresa sentía el mismo dolor que cuando vivía, a pesar de no tener ya un cuerpo…

La pequeña adoraba a su muñeca y le hablaba de cuánto quería y extrañaba a su hermana Alicia. Recordaba los pasajes que había vivido con ella, sus momentos felices y después abrazaba a su muñeca y lloraba.

Alicia sentía mucho dolor al ver esas escenas. Ya se había dado cuenta con creces de que la solución a su problema amoroso no era el suicidio.

Ella hizo todo lo posible por manifestarse, mover cosas, hablarle, en fin, buscaba a toda costa comunicarse con su hermanita y mentirle diciéndole que estaba bien, en un sitio bonito y que ya iba a descansar en paz. Cualquier mentira con tal de consolarla y hacer que se sienta un poco mejor. 

Pero no pudo

Unos meses después, la pequeña organizó una “pijamada” en su casa con cinco de sus compañeras de clases, o al menos ese era el pretexto… En realidad iban a realizar una sesión espiritista con una Ouija, pues el hermano de una de sus amigas tenía uno de estos artefactos y ella se lo había “robado” con tal de comunicarse con el más allá.

Inició el ritual de apertura y unos minutos después vino la pregunta obligada: “¿Alicia estas aquí?”

Pero Alicia por más que hizo no pudo ni remotamente mover algo o emitir sonido o cualquier cosa que llamara su atención.

Fue hasta el día siguiente que ocurrió lo inesperado… De pronto Alicia descubrió que su hermanita la veía, la abrazaba, la cargaba e incluso hablaba con ella… Alicia no cabía en su felicidad, al fin se había podido contactar con su hermanita, pero por más que le decía ciertas cosas, ella siempre le respondía algo completamente diferente, como si hablaran en otro idioma.

Bastaron dos horas para que Alicia descubriera con horror la verdad. Su hermanita le hablaba a su muñeca “Sury”, no a ella. ¿Y por qué pensaba que se dirigía a ella? ¿Por qué quedó atrapada en el interior de ese juguete? Transcurrieron cinco años, en ese tiempo su hermanita se graduó de la primaria, terminó la secundaria y entró a la preparatoria. “Sury” poco a poco quedó relegada y Alicia, a pesar de que estaba en el interior de la muñeca, sintió como si hubiera pasado una eternidad ahí.

Un día la hermanita decide donar varios de sus juguetes a una casa hogar y “Sury”, junto con Alicia, llegan a una casa diferente, luego a otra y después a otra… Afirma que pudo contactarse sólo con una niña, pero ésta, simplemente ignoró todas sus súplicas y peticiones; transcurrieron en total otros once años hasta que finalmente cayó en manos de una pareja de vendedores ambulantes.

Y quiso el destino que el once de enero de 2014 pasado, a las 10:30 de la noche, justo cuando se cumplían 17 años de su suicidio, yo estuviera ahí en ese mercado ambulante y escuchara la voz de Alicia, en el cuerpo de Sury, suplicando, rogando, llorando, pidiendo a gritos imperceptibles salir de ahí.

“Tranquila, te has topado con la persona indicada”, le dije mientras pagaba a los vendedores los noventa pesos que me costó lo que para unos es una simple muñeca y para mí, un alma desesperada que pide con misericordia mi ayuda… La historia empieza a partir de hoy… 

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