Enigmas: El extraño caso de mis vecinos y 'el hijo del demonio'

La pareja no podía concebir, y cuando por fin la mujer pudo embarazarse, sacrificaron al niño en un ritual satánico.

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Un altar similar al de la foto fue encontrado en esa casa por las autoridades. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Este día en que los lectores cuentan sus relatos presento una carta que nos mandó vía correo electrónico José Buenaventura Hinojosa Frías, de la ciudad de Mérida:

“Qué tal amigos, espero puedan publicar mi relato, el cual, si bien no es una experiencia propia, es algo que sí me consta y creo que es grave y el público debe saberlo, es con relación a las sectas satánicas.

“Cuando vivía en Pachuca, Hidalgo, ocurrió un caso muy sonado (en 1990), en el cual intervino la Policía y fue publicado en muchos medios; el extraño suceso fue conocido como el caso del ‘hijo del demonio’”.

El testimonio que se presenta a continuación es de uno de los testigos de este caso y fue tomado de las declaraciones oficiales a la Policía:

“Rubén Guevara y Marcelina Méndez era una joven pareja de recién casados que gustaban mucho de las fiestas y de reuniones entre amigos; se les veía como gente normal y sin malos hábitos; los veía seguido y me enteraba de todo esto porque yo vivía a lado de su casa.

“Pero un día todo eso cambió, corrían las 12 de la noche aproximadamente y en el cuarto se oían risas y las voces de muchas personas (todo se entendía perfectamente, debido a que su cuarto quedaba pegado al mío, así que era imposible poder dormir... Llamado por la curiosidad pegué mi cabeza a la pared para escuchar...

“Escuché decir a ella cosas acerca de que estaba decidida, que ella entregaría todo a ‘él’ si le concedía tener un hijo. Yo no sabía con quién hablaba, por lo que volví a mi cama e intenté dormir; en fin, no le di importancia.

Tiran la ouija

“Meses después los oí peleando: él le decía a ella que ‘eso’ no servía, que estaba harto y que eran puras tonterías, que la iba a tirar. Oí que abrió su puerta y al salir llevaba en sus manos una tabla ouija; me sorprendió, aunque jamás la había jugado sabía que esas cosas eran malas si no se usan bien.

“Pasaron varios meses, en los cuales, por las noches se escuchaban murmullos y se podía observar desde afuera, una luz muy tenue, como la de una vela. Era raro, ya no se oía la radio ni la televisión y las visitas de amigos habían acabado.

“Al cabo de unos días fui a la tienda y me encontre con mi vecino, que le contaba al tendero muy contento que su mujer estaba ya esperando un hijo. Él le decía: ‘Ya ve, don Juan, le dije que aunque los doctores dijeran lo contrario, yo iba a conseguir a mi hijo aunque me saliera caro’.

“Llegó el día del nacimiento del niño, fue un varón parecido a su padre, durante el primer año al niño lo ocultaban, era casi imposible verlo. Algunas veces yo lo veía a escondidas, cuando su madre lo sacaba al patio, hasta el día que ya no se escucharon ni chillidos ni gritos, ni nada.

“Al señor sólo se le veía salir por la mañana y entrar muy tarde por la noche, y de su mujer y el niño nada, pero debido a que se habían alejado mucho de todos los vecinos a nadie le importó.

“Un día, seis personas con ropas negras llegaron a la casa de ellos, él abrió la puerta y los recibió, después de una hora más o menos, se comenzaron a oír gemidos en la casa, los perros de otras casas comenzaron a ladrar, me acerqué para escuchar y me di cuenta que eran alabanzas para el diablo, me quedé escuchando, y oí cuando él dijo: ‘Aquí está lo que me pediste hace días; te he entregado a mi mujer y ahora te entrego a mi hijo’.

Llega la Policía

“Los sonidos aumentaron, era todo terrible, espantoso; esa noche mis padres habían salido, tuve miedo de llamar a la Policía y sólo me encerré en otro cuarto. A la mañana siguiente las patrullas se oían afuera de la casa, el vecino que colinda con ellos había oído todo y las llamó, gran sorpresa se llevaron cuando abrieron la casa, pues dicen que apestaba a putrefacción, y a pesar de ser un día soleado, la casa estaba muy fría. Dicen que en la habitación había dibujado un pentagrama repleto de sangre.

“Buscaron por toda la casa y gran sorpresa se llevaron cuando en el sótano encontraron a una mujer degollada y de aquel hombre y del niño jamás se supo nada, cuando encontraron la ouija, en ella estaba escrita la fecha de un día anterior; pasó el tiempo y desde eso nadie se atreve a rentar la casa.

“Bueno, de esto me enteré cuando vivía en Pachuca, desde hace 15 años regresé a mi natal Yucatán y hace un tiempo vi en esta sección que publicaron casos de sectas satánicas, porque también en Mérida hay, espero que sea del agrado de los lectores mi relato, que fue real”.

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