Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Rodrigo, un niño meridano de 8 años de edad, no conoció a su papá ni siquiera en fotografía; en realidad una triste historia de abandono rodeaba a su familia. Doña Lourdes se separó de su marido cuando “Rod” (como le dicen de cariño) tenía 11 meses, debido a que le descubrió una infidelidad.

Pero lo triste del caso no paró ahí. A menos de un año de la separación, el esposo tuvo un trágico accidente carretero que le costó la vida.

Doña Lourdes debía trabajar dos turnos (en una maquiladora y en una lonchería) para mantener a su hijo y pagar sus deudas .Estaba tan ocupada que no le daba importancia al hecho de que Rod tuviera a su amigo imaginario, un adulto de unos 35 años de edad.

Rod era un niño aplicado en la escuela que nunca se metía en problemas, esto era suficiente para ir sobrellevando la situación. Además, la mujer tenía que mantener y cuidar a su mamá (abuela de Rod), que era ciega y ya tenía una avanzada edad.

La abuela le decía en ocasiones a su nieto que no debía meter a extraños a la casa, pues escuchaba la voz de alguien mayor cuando no estaba doña Lourdes, y como esto iba en aumento decidió acusarlo con su mamá.

Su amigo entraba sin que le abrieran

Luego de ser reprendido, Rod le decía a su mami como excusa que él no abría la puerta de la casa. Su amigo entraba solo.

A pesar de los regaños y amenazas esta situación aumentó y como doña Lourdes no le creía y ya se mostraba harta de la situación, su hijo le dijo:

“Me dice mi amigo que te va a comprobar que sí es real”.

-Ajá, 'ta bueno, dile que si me lo comprueba, todos los días comerá con nosotros en la mesa, dijo la señora en tono de sarcasmo.

Y de pronto, de la forma menos pensada llegó la prueba que sin querer había solicitado doña Lourdes:

Fue un domingo por la mañana, eran más o menos las 7:00 horas cuando Rod entró a la habitación de su madre cargando una bandeja con sus dos manos, era su desayuno, un desayuno que jamás olvidará: en una pequeña bandeja le entregó un pan de “cocotazo”, jugo de naranja recién hecho, con tres popotes, una flor de ficus con una liga amarilla y le dijo: “Dice mi papá que esta es la prueba de que es real”.

Ese desayuno fue el mismo que su exmarido le había llevado en su luna de miel, como no tenía mucho dinero, sólo pudo conseguir el “cocotazo”, el jugo de naranja que hizo con unas “chinas” que cosechó en un patio trasero del modesto hotel, la flor de ficus igual la agarró de un árbol cercano; los tres popotes simbolizaban a ellos dos y a su futuro hijo y la liga amarilla simplemente la había encontrado en el piso y con ella había adornado la bandeja. Siempre recordaron esto durante los días felices de su matrimonio, pero nunca se lo dijeron a nadie. Era el secreto de ambos.

En ese instante el llanto traicionó a doña Lourdes y fue así como entendió todo, el amigo imaginario de Rod era en realidad su papá, que desde el más allá lo cuidaba prácticamente todos los días.

Cuando me platicó esto doña Lourdes hace unos cuatro años me permitió platicar con Rod, un niño bastante despierto que parece haberse acostumbrado a convivir con su 'papá'... Hasta la fecha cuando van a comer, dejan un plato en la mesa para su padre, pero en vez de la comida le ponen 3 popotes...

No cabe duda de que el amor de un padre es tan grande que, a pesar de los errores que pudiera haber tenido en vida, la muerte no es límite para arrepentirse y tratar de remediar aunque sea un poco sus yerros...

A través de este medio vaya una felicitación adelantada a todos los papás en su día.