Hubo una vez una historia tan paranormal como romántica

La pareja fue a radicar a Carrillo Puerto y se cuenta que por muchos años continuaron haciendo embrujos.

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Ed y Lorraine Warren, un famoso matrimonio de 'cazafantasmas' que tuvo a sus predecesores en Yucatán. (Fotos: Jorge Moreno/Milenio Novedades)
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Jorge Moreno/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.- En esta sección de leyendas mayas hemos publicado varios relatos relacionados con los brujos (huay), los cuales son en cierta forma similares. 

Sin embargo, hoy les presentamos un caso que no sólo es paranormal, ya que tiene su lado “romántico”. Esta leyenda ocurrió en el pueblo de Chumayel hace poco más de un siglo; se cuenta que en ese entonces, cuando existía una cantidad considerable de brujos, curanderos y hechiceros (los cuales eran vistos como algo normal) hubo uno que radicaba cerca de lo que hoy es el municipio de Felipe Carrillo Puerto (Quintana Roo) que fue contratado por una conocida familia de Chumayel para hacer un trabajo.

Se cuenta que el hechicero estuvo por espacio de 15 días en ese municipio, ya que el trabajo que realizaría era complicado (iba a hacer una limpia en un extenso rancho) y por las noches, como no tenía nada que hacer, salía a “tomar el fresco” en el parque principal.

Fue así como conoció a una joven, a la cual de inmediato empezó a cortejar, sin embargo, a pesar de que poco a poco fue correspondido, éste le ocultó que era hechicero y le dijo que había llegado al pueblo porque era carpintero y lo habían contratado en el rancho antes mencionado para hacer unos muebles.

Lo curioso de esta historia es que esa mujer también era una hechicera (antiguamente muchos brujos y brujas ejercían este oficio a muy corta edad, prácticamente desde la adolescencia, ya que eran enseñados por su padres) y al igual que el brujo decidió ocultarle a lo que se dedicaba. Ella simplemente dijo que era “hija de casa” y que ayudaba a su mamá a costurar vestidos.

La confesión

Luego de que transcurrieron los 15 días, el amor de ambos fue tal que el hechicero le propuso matrimonio y llevársela a vivir a su pueblo, pero antes decidió hacerle la terrible confesión sobre su verdadero oficio. Cuando éste lo dijo ella sólo sonrió y respiró aliviada, pues le dijo que ella también tenía algo que confesarle y le dijo que también era bruja.

Resulta que el abuelo de la joven era yerbatero y le estaba enseñando a hacer trabajos, ya que había notado que ella había nacido con cierto don; por ese motivo también le estaba enseñando a hacer trabajos que hoy son conocidos como “magia blanca”.

A los pocos días ambos se fueron a Carrillo Puerto y cada año viajaban a Chumayel para visitar a su familia. Se cuenta que por muchos años continuaron haciendo embrujos (de magia blanca, limpias, protecciones, ceremonias mayas, etc.) y fueron muy conocidos y apreciados por la gente de ambos pueblos, ya que recordemos que en ese entonces la labor de hmen, santero y hechicero no siempre era mal vista, siempre y cuando se dedicaran a curar y hacer el bien.

Como quien dice, la pareja peninsular fue predecesora del famoso matrimonio de los Warren, los parapsicólogos norteamericanos de los años setentas que últimamente fueron muy famosos debido al éxito de las películas “El Conjuro” y “Anabelle”, cintas que están dedicadas a las investigaciones que realizaron.

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