Monia, la Brujo Mayor de Yucatán que venció al demonio

No es fácil conseguir este título entre los hechiceros; actualmente se requiere hasta licenciatura.

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Monia ha sido la única Brujo Mayor en Yucatán. (Imagen de contexto/ Jorge Moreno)
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Jorge Moreno/ SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- En el ámbito de la hechicería, se conoce como “Brujo Mayor” a la persona más capacitada, influyente y con mayores conocimientos  sobre diversos tipos y especialidades de brujería. Si lo comparáramos con una profesión, digamos que el “brujo mayor” sería el que tiene más postgrados, maestrías, diplomados o cursos especializados, así como “prestigio” y “status” entre sus clientes (por ejemplo, un eminente abogado licenciado o un reconocido doctor).

En el caso de México, existen dos o tres “brujos mayores” que en sus regiones son en la actualidad los “mejores”, siendo el más destacado el “Brujo Mayor” de Catemaco (no confundirlo con Antonio Vázquez, el personaje de la televisión que se ostenta falsamente con ese nombramiento).

En el caso de Yucatán, no existe una norma que regule a todos los que se dicen brujos, santeros, hechiceros o videntes, pues generalmente son personas de paso que no laboran por mucho tiempo aquí (y éste es un requisito indispensable, pues un Brujo Mayor debe al menos ejercer por diez años consecutivos en el mismo consultorio), mientras que en el caso de los hechiceros yucatecos que viven en diversos poblados, éstos sólo dominan dos o tres tipos de brujería.

Para ser un Brujo Mayor se debe trabajar o dominar al menos 25 tipos de hechicería.

La Bruja Mayor de Yucatán

El 90 por ciento de los brujos son hombres, pero curiosamente, en Yucatán, la única que obtuvo ese nombramiento de forma oficial fue una mujer; esto en los años sesentas y se trataba de la hechicera conocida como “Monia” (su nombre era Lourdes Madero Lanz), quien vivió y ejerció en lo que antes era conocido como el “Camino Real” (tramo que comprende del municipio de Chocholá, Yucatán, hasta Calkiní, Campeche).

Ella radicó específicamente en la villa de Maxcanú, vivía en el monte y por al menos 30 años se dedicó a hacer todo tipo de trabajos, tanto de magia blanca como de magia negra; dicen que su consagración, con lo que se ganó el respeto, incluso de los brujos de Catemaco, fue cuando venció al mismísimo demonio.

Esto ocurrió cuando ella estaba haciendo un trabajo de magia negra (una especie de exorcismo a una persona), pero no sólo terminó el trabajo liberando a la víctima, sino que además le tendió una trampa al maligno al encerrarlo en un pozo y vencerlo en la batalla. 

Poco le importó ser condenada al infierno en ese momento, ya que se cuenta que su ambición más grande no era sólo cumplir con los trabajos que hacía, sino derrotar y humillar a Lucifer, cosa que finalmente logró, aunque con ello su alma firmó la sentencia de muerte.

Ejerció esta profesión hasta la edad de 88 años, y por al menos una década fue considerada como “la Bruja Mayor” de Yucatán, y muchos hechiceros de toda la Península e incluso de Veracruz y Tabasco acudían a verla para solicitar su ayuda o para que los enseñe.

Monia murió en su cabaña ubicada en Maxcanú en el año de 1969 y en lo personal pude conocer este sitio décadas después (2007), pero esto lo retomaré en la siguiente entrega. 

Los tiempos cambian

Por cierto, hay que agregar que actualmente los requisitos para ser considerado “brujo mayor” en varias partes de México y otros países han cambiado, pues no sólo debe tener amplia experiencia en al menos 25 tipos de brujería (existen más de 150 en todo el mundo) y comprobar que se ha ayudado a cientos de personas, sino que también debe haber publicado libros o artículos del tema, impartir conferencias al público en general, o bien, a colegas de otros sitios, tener un grado mínimo de estudios de nivel licenciatura, ejercer en la misma población y en el mismo consultorio al menos en los últimos 15 años y que diez colegas suyos reconozcan a través de una carta firmada que el candidato les ha ayudado en sus “trabajos”.

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