En su taxi llevó como pasajera a la 'Santa Muerte'
Los taxistas son personas que constantemente sufren fenómenos paranormales dignos de relatarse.
Jorge Moreno/ SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- Es bien sabido que los taxistas guardan un sinfín de anécdotas, experiencias y vivencias debido a la gran cantidad de gente que se sube a sus vehículos y que en ocasiones usan al chofer como “confesor” y hasta de “paño de lágrimas".
Y dentro de todas estas anécdotas no pueden faltar las historias de “ultratumba”, es decir, sucesos llenos de misterio y miedo. Hoy, les presento el caso de un taxista, quien apenas ayer vino a mis oficinas ubicadas en el Museo Paranormal.
“Llevo poco tiempo de taxista, pero nunca olvido lo que me ocurrió hace un año, y es en verdad algo que de cierta forma me asusta, pues creo que pude haber cargado algo malo con lo que me pasó:
Todo inicia una noche en la que yo me encontraba en el Centro de la ciudad de Mérida, más o menos por la Plaza Grande; entonces, un chavo me pidió parada y me dijo que necesitaba ir a la terminal de autobuses.
Se subió y me enfilé a su destino, pero mientras iba conduciendo me dijo: 'Dobla a la izquierda', pero la terminal quedaba del extremo opuesto, es decir, a la derecha, a lo que amablemente le dije que era en el sentido contrario, pero él insistió y dijo lo mismo: 'Dobla a la izquierda'.
Se me hizo raro y cuando llegué a la calle 54, casi en la 69 (junto al mercado 'San Benito'), iba yo a doblar a la derecha y me insistió que doblara a la izquierda. Yo le pregunté de nuevo a donde iba y reiteró que a la terminal, pero si doblaba donde él decía yo sólo me alejaría más.
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Cuando llegué a la esquina e iba a doblar para ir a la terminal de autobuses, él me volvió a insistir a que doble en el sentido opuesto; entonces, me detuve y le dije que el sitio estaba donde yo me dirigía y no donde él me decía, pero era terco.
Para no buscarme problemas detuve el taxi y le pedí que por favor se bajara que no me debía nada (el taxímetro ya marcaba creo que 16 pesos) y cuando descendió, visiblemente molesto me dijo que tuviera cuidado porque se desquitaría de mí su 'Santa Muerte', y cuando me lo dijo de hecho vi que tenía unos tatuajes.
No le di importancia en ese momento a ese suceso, pero como a las dos horas un viejito me hizo la parada y se pegó a mi ventana. Me dio las buenas noches y después se viró hacia el asiento trasero y dijo: “Buenas noches, señora”, por lo que a mí se me hizo raro. Me dijo a dónde quería ir y le pregunté si lo podía llevar; entonces, él pasó adelante del vehículo y se sentó en el asiento de copiloto.
Lo que dijo me intrigó aún más, pues señaló que si yo quería podía llevar primera a la “señora” y después a él, pues no tenía prisa. Yo incluso hasta viré a ver en mi espejo retrovisor a ver si no veía a alguien en el asiento trasero, pero nada; decidí darle por su lado al viejito, pues pensé que a lo mejor estaba mal de la cabeza y le dije que no había problema que primero lo llevaría a él.
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Lo llevé a su destino, me pagó, me dio las buenas noches y enseguida se dirigió al asiento trasero y repitió: 'Buenas noches, señora'.
Ya en la madrugada terminé mi jornada y justo frente a mi casa me dispuse a lavar el auto y de pronto empiezo a escuchar el llanto de un bebé, como si viniera del auto, pero no había nadie. Fue ahí cuando me empezó a dar algo de miedo y empecé a relacionar los tres sucesos que me habían ocurrido. A lo mejor ese joven al que no quise llevar a quién sabe dónde, cumplió su promesa y se estaba vengando de mí. Creo que 'la acompañante' que tuve y que pudo ver el viejito era la Santa Muerte o algo que sin duda no era de este mundo”, finalizó.