El estudiante de medicina que salió loco del panteón

La historia tuvo lugar en el Panteón de Belén, en Guadalajara, pero los habitantes de Tzucacab aseguran que fue en Peto.

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El Panteón de Belén, en la capital de Jalisco, es conocido por sus historias paranormales. (turismoenfotos.com)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Cuenta la leyenda que el Panteón de Belén fue testigo de un suceso donde un estudiante de medicina perdió el juicio. Resulta que de antaño, los que estudiaban el arte de curar a las personas estaban de internos en el Hospital Civil.

Un día, un entusiasta y valiente estudiante les apostó a sus compañeros que entraría completamente solo al vecino panteón a las 8 de la noche, hora en que se daba el toque de ánimas y, según decían, salían los muertos de sus sepulcros.

Para confirmar su hazaña, les dijo que entraría hasta el fondo del corredor y clavaría un clavo para que sus incrédulos compañeros lo vieran al siguiente día. Todos estaban a la espera del primer clamor de las 8 de la noche, dado por la campana del Templo de Belén. Al escuchar el primer campanazo, brincó la barda y entró al camposanto caminando con paso firme y seguro al fondo del corredor, cargando en sus manos un martillo y un clavo.

Cuando llegó al fondo del oscuro corredor, clavó el puntiagudo metal, pero al retirarse notó que alguien lo detenía. ¡Se le heló la sangre!, pues por más esfuerzo que hacía por correr, sentía que una tétrica mano lo tomaba fuertemente del hombro. Quiso gritar, pero no pudo; un nudo en la garganta se lo impidió. Estaba tan asustado y desesperado que se desmayó.

Sus compañeros, notando que había pasado una hora y no volvía, entraron al cementerio para ver qué había sucedido. Lo encontraron tirado en el suelo, pero sujeto a la pared con la capa clavada por el clavo. El estudiante despertó... completamente loco.

Esta interesante historia fue verídica y se convirtió en una leyenda de terror que traspasó fronteras al ser publicado en ese entonces en la prensa; posteriormente, en un par de libros y ya en tiempos modernos se disparó su difusión gracias al internet.

Lo curioso es que ese caso llegó hasta Yucatán pero de una forma peculiar.

Historia regionalizada

Durante una conferencia que di en el municipio de Tzucacab hace cuatro años, me platicaron de un joven que estaba estudiando medicina y que hizo una apuesta con sus compañeros, la cual consistía en entrar una noche en el panteón de su natal Peto (municipio vecino) y clavar un clavo, para que así demuestre su valor, ya que se rumoraba que en la facultad en donde estudiaba le daba miedo cada vez que veía a los muertos; al día siguiente, sus amigos irían a corroborar si en realidad lo hizo.

Pues según lo que me platicaron estas personas, el joven lo hizo pero quedó loco, ya que cuando sus compañeros llegaron al día siguiente por la mañana al cementerio, vieron con sorpresa que aún estaba ahí, pero tirado en el piso junto a una pared, su bata estaba clavada con el clavo, con mucho trabajo para lograr hablar, el estudiante dijo que un fantasma fue el que le clavó su bata.

Fueron las últimas palabras que profirió, pues a raíz de ello perdió la razón y en los siguientes años se le veía vagar por las calles de Peto solo con su bata blanca y las personas cuando lo veían solo decían con pena “pobre muchacho iba a ser doctor y miren cómo acabó”.

Luego de que varias personas me platicaron esto en Tzucacab, aproveché un viaje que hice a Peto en los días siguientes y confirme mi sospecha, pues al entrevistar a muchas personas,  nadie conocía la historia (que aparentemente había ocurrido a finales de los años noventas) ni menos recordaban que por años hubiera algún muchacho vagando con su bata de doctor.

Fue así como confirmé que lo que me habían dicho en Peto; en realidad era el caso del panteón de Belén pero distorsionado a tal grado que regionalizaron al estudiante hasta convertirlo en yucateco.

Esa es precisamente mi labor, cada vez que me reportan algún caso paranormal, lo primero que hago es corroborar fechas, sitios y la veracidad de la información, pues de nada me hubiera servido i
rme a la primera de cambio al cementerio de Peto a dejar grabadoras de video o acampar ahí en busca del fantasma que clavó la bata del “estudiante” cuando éste, evidentemente, jamás iba a aparecer. 

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