Futbolista fantasmal 'entrena' en panteón yucateco

Hace 20 años un joven falleció inesperadamente en Chetumal, pero su espíritu se manifiesta en el cementerio de Yobaín, su pueblo natal.

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Junto a esta tumba del cementerio de Yobaín vieron al futbolista sentado en el piso, a plena luz del día. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- La semana pasada se dio a conocer la lamentable noticia de la muerte de un menor de edad, oriundo de Dzemul, después de jugar un partido de futbol en Muxupip; tras pedir su cambio, minutos después se desvaneció y falleció cuando lo trasladaban a un centro de salud, al parecer por un infarto.

Esto viene a colación porque una muerte muy similar tuvo otro joven hace casi 20 años y que propició que decenas de testigos afirmen ver su alma en pena rondando el panteón del municipio de su natal Yobaín.

Se llamaba Ángel y nació en Yobaín, pero poco antes de cumplir un año de edad se fue junto con sus papás y hermanos a radicar a Chetumal, ya que su padre había conseguido un buen empleo ahí.

Desde niño le gustó jugar futbol y participó en diversos equipos de ligas infantiles y juveniles, hasta que a sus 17 años sobrevino la desgracia.

De pronto, en pleno partido (en Chetumal), se empezó a marear y pidió su cambio; sus papás, que se encontraban en las gradas, no perdieron el tiempo y decidieron llevarlo al hospital, pero a medio camino el joven murió; oficialmente fue un infarto.

Un par de años después, la familia regresó a Yucatán, pero no a su pueblo sino a Mérida, pues ahí trasladaron al padre en su trabajo (una empresa mayorista de dulces y abarrotes), y fue pocos meses después, cuando decidieron visitar Yobaín, donde vivía aún una tía de la mamá. 

Nadie sabía de la muerte

Debido a que se habían distanciado no solo geográficamente sino también en cuanto a su relación de amistad (al parecer por un pleito de dinero), la tía nunca se enteró que su sobrino había muerto; ni siquiera sus hijos, es decir, los primos del difunto, pues recordemos que en ese entonces el internet aún no llegaba a Yucatán y las redes sociales ni siquiera se habían inventado, por lo que enterarse de sucesos ocurridos en otras ciudades era muy difícil a menos que fuera una noticia que saliera en periódicos o televisión.

Lo raro de todo esto fue que, desde meses atrás, varias personas afirmaban haber visto a un joven futbolista sentado a las puertas del panteón e incluso en ocasiones en el interior del mismo; lo raro es que nadie lo conocía y menos el tipo de uniforme ya que era de short azul y playera amarilla, y en ese entonces en el pueblo ninguno de los pocos equipos de futbol tenía un uniforme así.

La mamá del difunto se llevó las manos a la boca cuando escuchó esto, ya que era la descripción del uniforme que usaba su hijo en Chetumal… Ni qué decir descripción física que dieron del misterioso joven: alto, muy flaco y de tez clara, con una banda o cinta para el pelo en la frente.

Tras escuchar esto, la familia decidió pagar una misa en la iglesia en memoria de este joven que, al parecer, por algún motivo se manifestó en un panteón donde no estaba enterrado, pero que correspondía a su pueblo natal, quizás quería que sus restos descansaran ahí.

De hecho, en reciente visita que hice al municipio de Yobaín, casi nadie sabía del caso ni conocieron en vida a este joven, ya que como comenté líneas arriba, desde que tenía menos de un año de edad se fue a vivir a Dzidzantún y después a Mérida; ahora, a más de 20 años de distancia de su muerte, sus restos continúan en Chetumal, pero tal parece que su alma en pena continúa “entrenando” en  Yobaín.

Me platicó este caso Alfredo, el hermano menor, quien actualmente tiene 34 años de edad y no olvida a su hermano futbolista.

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