Jorge Moreno/ SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- En esta ocasión abordaremos uno de los “embrujos” más populares y comunes en la Península de Yucatán y en el país. Nos referimos al “mal de ojo”. Sin embargo, existe mucha confusión sobre lo que realmente es.

La primera vez que escuché el término “mal de ojo” fue hace ya muchos años, al escuchar sobre un primo de apenas un año de edad que tenía calentura y no se curaba con ningún medicamento, por lo que lo llevaron con un “H men” para sacarle este mal.

Con el transcurso de los años he escuchado diversas versiones y opiniones (la mayoría erróneas) sobre el mal de ojo y, de hecho, recientemente muchos lectores me han pedido que hable sobre los mitos y verdades de esta “afectación”, que es considerada como un embrujo de primer nivel, es decir, de los más comunes y contagiosos.

Lo primero que hay que aclarar es a quién afecta el “mal de ojo”. Lo cierto es que solamente a los niños menores de diez años y a las mujeres embarazadas les puede perjudicar. Varias veces han acudido a mi consultorio adultos o mujeres que dicen tener “mal de ojo”, pero esto no es así. En realidad tienen otros embrujos, por lo que si usted no tiene alguna de estas condiciones esté tranquilo, no cargará nunca este mal.

¿Por qué sólo afecta a los menores y a las embarazadas? La respuesta parecería muy compleja, pero se reduce a algo más simple: porque se trata de un embrujo o maldición hecho exclusivamente para los niños, con el objetivo de hacer “pagar” de esta forma a sus papás, como una especie de venganza. 

Tal vez te interese: ¿Es bueno poner regalos en los nichos de los muertos?

Sin embargo hay que aclarar que existen niños o embarazadas que pueden cargar “mal de ojo” de forma indirecta y en la calle, como si se contagiara una gripa, es lo peligroso de este método. 

Además, existen diversos tipos de “mal de ojo”, pero el “mal de ojo maya” (como también se le conoce al embrujo del cual estamos hablando) hace que quien lo recibe se enferme principalmente de fuertes calenturas. En el caso de los niños, otro de los síntomas más comunes es que dejan de comer.

Con tal sólo ver y sonreír a los niños se podría contagiarles el mal de ojo, pues sin tener mala fe, las energías negativas naturales que emanan de una persona pueden hacer que los niños muy pequeños se puedan enfermar.

De hecho, los amuletos del “mal de ojo” son los que más me solicitan en mi consultorio, ya que por fortuna existen protecciones en forma de medallas personalizadas que sirven para prevenir esto (tal y como lo hace una vacuna).