Mujer regresó del más allá para decir quién la había matado

Rosita falleció inexplicablemente, pero su alma regresó para decirle a su padrino de bautizo un secreto que se había llevado a la tumba.

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Una joven muerta en circunstancias extrañas regresó del más allá para confesar que alguien la había asesinado. La imagen es únicamente ilustrativa. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.- Un extraño suceso ocurrió en el municipio de Chicxulub Pueblo en el año de 1971 y que aún es recordado por varios habitantes por el misterio que rodeó la muerte de una adolescente.

Rosita Chan era una joven muy querida en el pueblo, era buena con todos, tenía 23 años cuando murió; fue un auténtico misterio su deceso, pues no tenía problemas con nadie, sus papás la trataban muy bien y de repente un día, cuando ellos la fueron a despertar pues ya era muy tarde y no se levantaba, descubrieron que estaba muerta.

Nadie supo qué pasó, el pueblo quedó consternado al enterarse de que la causa de su muerte había sido envenenamiento con altas dosis de “denate” (veneno en polvo).

Todos estaban indignados, no podían creer que se hubiera suicidado, por lo que se pensó en un homicidio; sin embargo, no se encontraron muestras de violencia y rápidamente la Policía determinó que no había delito que perseguir.

Al cabo de un año, 15 días antes de la fiesta del pueblo, y justo dos antes del primer aniversario luctuoso, don Rigel Cimé, vecino de la familia y padrino de Primera Comunión de Rosita, llegó aterrorizado de su milpa diciendo que la había visto en el monte.

El señor Cimé no tomaba ni fumaba y era una persona cabal y seria, que no creía en brujería ni nada por el estilo, por eso cuando la gente y las autoridades escucharon lo que decía se quedaron perplejos:

El joven Juan Aké, despechado, envenenó a la joven Rosita que regresó del más allá para decir quién la había matado

“¡Vi a Rosita con la cara blanca blanca; tenía el semblante entre triste y serio, sus pies no tocaban el piso, pero lo más importante es que me dijo que Juan Aké la envenenó!”.

La gravedad de la acusación corrió como reguero de pólvora en todo el pueblo, al grado de que las autoridades debieron citar a Aké, quien era un joven peón de albañil y toda la semana había estado en Mérida; al llegar a su pueblo todos lo veían raro, entre molestos y contrariados.

La policía lo fue a ver pero más en plan informal, ya que no había denuncia de por medio y no se podían basar en lo que decía el Sr. Cimé.

Pero antes de que los policías pudieran explicarle esto último con detalle, Juan Aké rompió en llanto y confesó que ¡sí la había envenenado!, y que lo había hecho porque días antes lo había rechazado cuando le confesó a la joven que estaba enamorado de ella y que por tal motivo fue una noche a verla, ella le abrió la puerta amablemente y con el pretexto de decirle que le podía reparar su piso, ella lo dejó pasar a su cuarto…

En la alcoba, el agarró el denate que tenía en una bolsa y se lo dio a beber al combinarlo con agua, y antes de que ella pudiera descubrirlo se desmayó, lo que este aprovechó para meterle el resto del denate en polvo a su boca.

Con tal confesión fue enviado a la cárcel por homicidio. Por increíble que parezca, Rosita regresó del más allá para delatar a su asesino. ¿O acaso don Rigel sabía algo? Eso quizás nunca lo sabremos porque nadie sospechó en su momento de él y en todo caso el secreto ya se lo llevó a la tumba, ya que murió hace seis años.

De lo que sí me enteré es que los papás de Rosita por varios años estuvieron viendo una silueta fantasmal en el interior de su casa; ellos pensaban que era el alma en pena de su hija que no descansaba en paz, pero nunca pudieron comunicarse con ella; tras la confesión del asesino, las apariciones cesaron por completo…

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