Mató a su cuñada creyendo que era amante de su esposo

Por dejarse llevar por chismes de sus vecinas, acabó atormentada por el fantasma de una mujer inocente.

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La esposa decía que incluso por la ventana veía el alma en pena de Lucía. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Recientemente en un viaje a la ciudad de Ticul me platicaron sobre una leyenda maya que data del siglo antepasado y que se me hizo muy interesante, ya que al final tiene su moraleja, tal y como suele suceder en este tipo de relatos y vivencias de nuestros antepasados.

Nunca había escuchado esa leyenda, la cual ocurrió en 1845, poco antes del inicio de la Guerra de Castas. En ese entonces vivía en Ticul una señora de unos 35 años de edad llamada Lucía, quien aunque no era precisamente un modelo de belleza, sí era lo suficientemente atractiva para muchos hombres, y más porque tenía la fama de ser de “cascos ligeros”.

Decían que venía de Maní, que sus padres habían fallecido varios años atrás y que no tenía más familia que una tía política de avanzada edad que vivía sola en Ticul, por ese motivo se había ido a vivir ahí, pero al poco tiempo la tía falleció, por lo que la joven se quedó en esa vivienda con el objetivo de radicar en definitiva en Ticul.

Tras la muerte de su tía, su fama de coqueta aumentó, ya que era muy amable con quien la saludara y como ya vivía sola, no faltaban las señoras chismosas que dijeran que ahora tendría una mejor oportunidad para hacer sus “cosas” al ya no estar su tía, a quien el pueblo sí le guardaba respeto.

Un día, un grupo de señoras visitó a otra para darle una mala noticia: habían visto a su marido entrar a casa de Lucía, y esto no había ocurrido una vez sino varias veces, y empezaron a llenarle de veneno la cabeza argumentando que seguramente esa fulana era una especie de “Xtabay moderna” que sólo se dedicaba a seducir a los hombres de bien, por lo que le recomendaron que tomara cartas en el asunto.

Una de las señoras le comentó que conocía a un hechicero de magia negra en Oxkutzcab que podía encargarse de la inmoral mujer. La “cornuda” consideró que era buena idea y entonces se formó una comitiva de cuatro mujeres que partieron de inmediato a esa población para consultar con el brujo y buscar venganza, pues ellas, quizás cegadas por la envidia, sentían como suyo ese problema marital.

Cuando llegaron con el hechicero les preguntó qué querían hacer exactamente, es decir, un desamarre para que el marido se desenamore y aleje de Lucía o bien una venganza y perjuicio contra la amante.

Pidieron una enfermedad fulminante para Lucía

Las acompañantes de la esposa ni siquiera la dejaron hablar y le dijeron que querían que le pasara lo peor, ya que temían que también se metiera con sus maridos, por lo que decidieron que le diera una enfermedad fulminante y que muriera.

Tras pagar una fuerte cantidad de dinero por el trabajo y cumplir con los requisitos (foto del marido, de Lucía, una prenda propia, etcétera) el brujo les dijo que en menos de una semana verían los resultados.

El hechicero realmente era bueno en su trabajo y justo al cabo de una semana la mujer falleció. Al día siguiente el marido regresó más tarde que de costumbre, se notaba triste y con los ojos llorosos. Su esposa, quien pensaba que se encontraba así por la muerte de su amante le preguntó molesta el motivo de su tardanza.

Y él respondió que venía del cementerio, porque había muerto una persona muy querida para él.

Ofendida por su descaro, la señora le dio una bofetada, a lo que él, sin entender, le preguntó el motivo de su agresión.

"Sí, claro, se murió tu amante y por eso estás llorando", le dijo.

No era su amante, era su hermana

Entonces el marido, que nunca le había puesto una mano encima a su esposa, no aguantó y le respondió de la misma forma con una bofetada al mismo tiempo que le dijo:

“Como puedes ser tan injusta y hablar sin saber, vengo de enterrar a mi hermana, ella se llamaba Lucía y hace unos meses me enteré que éramos de la misma sangre, ya que de muy chicos nos separaron. La he visitado varias veces en las últimas semanas y estaba a punto de traerla a la casa para que la conocieras, pero ella veía que le ponías malas caras y había decidido que esperáramos un poco más”.

La señora sintió que se le vino el mundo encima y al razonar que no había una prueba sólida de que fuera su amante, se dio cuenta que por dejarse llevar por sus amigas hizo una locura que acabó en la muerte de una persona inocente.

A partir de ese momento y en los siguientes meses ella perdió la razón, ya nunca más salió de la casa, ahí vivió encerrada hasta morir; afirmaba que a toda hora tenía a su lado la presencia fantasmal de su “cuñada”, de quien no se sabe si se le manifestaba para vengarse o para estar cerca de su hermano.

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