Anciana yucateca atrapada en 'maldición' contra el corazón roto

'Doña Laura' está condenada a realizar de por vida un ritual en un cementerio para evitar que la mate todo el dolor acumulado en su amuleto.

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Para que el amuleto funcione, necesita asentarlo en tierra de un panteón al menos una vez por semana, durante toda tu vida. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- La semana pasada estuve en el municipio de Tetiz haciendo diversas investigaciones pendientes. Casi al finalizar, dos personas se me acercaron y preguntaron que si ya me sabía “el caso de doña Laura”, y lo que le ocurrió en el panteón de esa localidad.

Al responder negativamente, me platicaron un relato tan increíble y, al mismo tiempo, tan interesante que incluso dudé en que fuera real. Todo hubiera quedado hasta ahí y ya se los estaría relatando en estas líneas de no ser porque en ese momento me informan que la protagonista de esa historia aún vivía en el pueblo, y estábamos a menos de tres cuadras de su domicilio.

De inmediato nos trasladamos a ese sitio, pero me advirtieron que a lo mejor la señora no accedería a contar nada, pues era una persona muy “ermitaña”, sobre todo a raíz de la experiencia que tuvo.

Rudo recibimiento

Consideré que no perdíamos nada en intentarlo, y al llegar a su casa golpeamos la puerta y cuando la señora salió, bastó con que me presentara para que ella casi me aporreara su puerta en mi nariz. Creo que era más que obvio que no quería hablar y ni modo, no podíamos obligarla. Era una señora como de aproximadamente 80 años de edad.

Ante el ajetreo de personas -éramos más de 10-, una de sus vecinas salió y me reconoció, y al enterarse sobre el motivo de mi presencia, amablemente me invitó a pasar a su casa para contarme la historia de doña “Laura” y confirmándome que lo que me habían platicado momentos antes era real.

Este es su relato:

“Mira, la señora ha sido mi vecina desde hace más de 10 años, pero toda la vida la he conocido, pues era muy amiga de mis padres, quienes fallecieron hace tiempo. Ellos vivían aquí y tras su muerte me vine a vivir a la casa, pues soy divorciada y no tengo hijos.

“Te comento esto porque te puedo jurar con mi vida que la historia de doña Laura es real, no son inventos ni chismes. Lo que ocurrió con ella es que desde jovencita se casó con un militar que era de Monterrey, Nuevo León; se conocieron en Mérida y se casaron ahí, aunque esta señora era de aquí de Tetiz y a menudo venía a visitar a su familia.

“Cuando su marido se iba por largas temporadas, venía a quedarse aquí al pueblo con sus papás, ya que como nunca pudo tener hijos, pues no tenía que cargar con nadie.

Tenía otra familia

“Con el paso del tiempo, su marido se iba cada vez más tiempo y cuando estaba en Mérida a veces no permanecía ni un día con ella y se iba de nuevo. Pronto, los rumores de que el señor tenía otra familia le llegaron a Laura, pues muchas veces la esposa es la última en enterarse y, en efecto, tenía el señor otra familia pero ni más ni menos que en Mérida, incluso tenía tres hijos, de los cuales el mayor estaba en secundaria.

“Para ese entonces doña Laura ya tenía más de 15 años de casada, amaba a su marido y fue un shock para ella enterarse de esto, y cuando se lo reclamó a su marido éste la golpeó mandándola incluso al hospital y la abandonó. Más terrible no le pudo haber ido.

“Por extraño que parezca, la querida no sabía que el señor estaba casado y cuando se enteró se molestó tanto que dicen que no sólo lo abandonó, sino que además como se llevaba con una bruja, le hizo un hechizo el cual acabo con su vida en menos de cuatro meses, pues se empezó a enfermar, dejó de comer y así sin más se murió sin que los doctores supieran el motivo.

Amuleto para el corazón

“Pero no acaba la historia aquí, la querida se enteró de la golpiza que le había dado a la esposa y vino a verla aquí al pueblo, le dio una especie de piedra que era un amuleto y le dijo que la tuviera siempre con ella, y así pronto se le quitaría el dolor del corazón.

“Lo único que tenía que hacer era ir al menos una vez a la semana a un panteón y poner la piedra en la tierra por cinco minutos y hacer una oración especial; esto me consta porque llegué a verla varias veces en el cementerio, pero yo creí que iba a rezar a sus tías que estaban enterradas ahí.

“Creo que sí surtió efecto ese amuleto, pues ni cuando se enteró que estaba enfermo su marido y menos cuando se murió pareció importarle, cuando antes se desvivía por él. La verdad, no sé qué clase de embrujo fue, pero tengo entendido que hasta la fecha acude al camposanto a hacer ese ritual con la piedra y así evitar que sienta dolor.

“Dicen que con una vez que lo deje de hacer, todo el dolor acumulado regresará y podría hasta morir de tristeza”, finalizó.

Por cuestiones de confidencialidad y por respeto a la protagonista de esta historia, la cual como acaban de leer no quiso que yo la entrevistara, decidí cambiar el nombre del pueblo y así respetar su decisión, evidentemente también su nombre fue cambiado.

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