El extraño caso de un cazador 'raptado' por faisanes en Yucatán

Durante nueve días Felipe Pech estuvo perdido en el Monte, cuando apareció dijo que fue raptado por faisanes; nadie le creyó, excepto su familia.

|
Quizás nunca se sabrá qué le ocurrió realmente a don Felipe Pech durante esos nueves días que estuvo desaparecido en el monte. (Jorge Moreno/SIPSE)
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Una persona que jamás ha estado por horas en el monte, que no ha recorrido la maleza ni ha permanecido de noche en la misma con apenas una lámpara y con el frío calándole los huesos, difícilmente podrá creer muchas cosas extraordinarias que ocurren allá.

De hecho, alguien que acuda por primera vez seguramente tendrá miedo a los ruidos que hacen los animales, las plantas y el silbido del viento, o bien al ver los ojos rojos de los venados al momento de ser alumbrados en plena oscuridad por una lámpara, por lo que muy posiblemente le atribuirá a algo “sobrenatural” varias de las situaciones que viva.

Por esta razón es muy importante saber quién es la fuente de un relato. No es lo mismo que platique su aventura en el monte una persona que acudió por primera vez, a un cazador con años o décadas de experiencia.

En esta sección ya les habíamos platicado algunas anécdotas o situaciones extraordinarias que han ocurrido a experimentados cazadores.

Caso inédito

Hoy presento un nuevo caso, inédito me atrevería a decir, porque es la primera vez que se publica en un medio de comunicación, ya que anteriormente sólo “de boca a boca” había circulado el caso del “cazador desaparecido”.

Se trata de la historia de un cazador oriundo de Valladolid que se llamaba Felipe Pech, quien nació en 1829 y murió en 1878. Fue un afamado y reconocido cazador, ya que tenía ese oficio en la sangre y sus abuelos, papás y tíos se dedicaron a ello. Desde niño acompañó a sus parientes a cazar a los montes de Valladolid y de lo que hoy es el municipio de Temozón, así como lugares circunvecinos.

En una ocasión, cuando ya tenía 32 años de edad, acudió con tres de sus compañeros al monte como de costumbre y desapareció, simplemente desapareció. Por horas lo llamaron sus amigos, se hicieron batidas en los siguientes tres días y no se encontró rastro alguno de Felipe.

No había forma de que se hubiera perdido, ya que conocía el sitio como la palma de su mano, tampoco que hubiera sido herido, ya que no había rastros de sangre y lo más extraño es que lo habían visto por última vez apenas media hora antes, montado en un árbol.

Nadie se explicaba qué había pasado, nunca antes habían visto un caso así. Justo a los nueve días Felipe apareció en el mismo sitio en donde fue visto por última vez, no se veía mal, es decir parecía que se había alimentado bien, no estaba desaliñado, enfermo, ni nada que hiciera suponer que estuvo nueve días en el monte.

Raptado por faisanes

Lo que le dijo a sus compañeros y familiares fue asombroso. Explicó que una parvada de faisanes llegó de pronto, lo cargaron y se lo llevaron a un sitio desconocido, lo acostaron en un claro del monte y lo dejaron descansar, pero dice que jamás pensó que hubieran transcurrido nueve días, él sintió como si hubieran pasado sólo un par de horas.

Por años, Felipe contó siempre la misma historia, casi no le creían, pero no había alguna explicación a que se hubiera perdido por nueve días y que no le hubiera pasado nada, además de que en las expediciones que fueron a buscarlo participaron más de 100 personas y no se le encontró por ningún lado.

Suena extraordinario pensar que dice la verdad y fue “secuestrado” por unos faisanes, pero aunque esto no tiene sentido, quizás por el tiempo transcurrido nunca se sepa la verdad. Más “lógica” tendría pensar en que a lo mejor vivió un salto en el tiempo o fue abducido por seres extraterrestres…   

Recuerdos perdidos

Esta historia me fue contada por su tataranieta, doña María José Zapata, el fin de semana pasado. Ella radica en la ciudad de Mérida y actualmente tiene 71 años de edad. Afirma que esta historia la ha escuchado desde que era una niña y su familia siempre ha estado orgullosa de su familiar. Por desgracia comenta que no tiene ninguna foto o recuerdo de su tatarabuelo, pues se perdieron.

“En ese entonces no había cámaras fotográficas, así que por desgracia no tenemos algún recuerdo en foto de mi tatarabuelo, lo que sí teníamos era una de sus carabinas (escopeta) y unas ropas que le pertenecieron a él pero por desgracia todo esto se perdió cuando vino el huracán Gilberto, ya que se inundó la casa y entre todo el barullo se tiró por error esa ropa confundiéndola con basura; lo mismo pasó con el arma”, finalizó.

Lo más leído

skeleton





skeleton