Vive experiencia del 'más allá'

Un exbombero cuenta qué pasó al toparse con el fantasma de una niña, en el primer accidente mortal que le tocó atender al rescatista.

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Los bomberos tienen de cerca a la muerte durante su trabajo. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- De vez en cuando, en la sección “Policías y Fantasmas” hemos presentado experiencias paranormales que le han ocurrido a los bomberos. Hoy hablaremos de un caso que nunca olvidará uno de ellos, de nombre Manuel, quien señala que es firme creyente de la vida más allá de la muerte.

Nuestro entrevistado, de 51 años de edad, radica en la ciudad de Mérida y por muchos años fue bombero. Asegura que tuvo su experiencia relacionada con el otro mundo, ni más ni menos que en su debut en esta difícil profesión.

“Cuando estaba joven ingresé al servicio de bomberos; la verdad, estaba muy motivado e ilusionado. Recuerdo que por dos días estuve en la base y fue al tercero cuando escuché el estridente sonido de la alarma, la cual me hizo saltar del camastro.

“Apenas días antes había terminado el adiestramiento como bombero y siempre pensaba en qué vería en mi primer servicio… Sin demora corrí hasta el boquete que conecta los dos pisos del edificio a través de un tubo vertical. Me deslicé sujetándome con brazos y piernas, para después montarme en el asiento delantero de la motobomba.

“El accidente era grave: un automóvil se volcó dejando tras de sí una estela de metales retorcidos y vidrios rotos. Las órdenes del Comandante resonaban con autoridad, mientras todos las ejecutábamos a la perfección. En esos casos no queda lugar para los errores. La menor falla trae consigo el riesgo de desenlaces fatales, así que en mi debut, yo no quería dar la mala nota. La ambulancia nos dejó atrás.

“Después de colaborar con el rescate de las víctimas, nos quedamos a limpiar los desperfectos de la tragedia. Caminé por la cuneta lateral de la avenida hasta llegar al extremo donde el conductor perdió el control del vehículo. Allí estaban las marcas de los neumáticos, atestiguando el último instante de su propietario.

El rostro de una niña

“Alcé la vista para percatarme que una niña me observaba con asombro. Justo cuando comencé a avanzar hacia donde se encontraba, el Comandante gritó mi nombre. Fue sólo un instante, pero la pequeña distracción le dio el tiempo suficiente para alejarse de mí. Ya no estaba.

“Mis compañeros no la vieron y no dijeron nada. La niña desapareció. Cuando llegamos a la base, a pesar de la atmósfera helada, volví a mi sueño. En la oscuridad de mis recuerdos, la imagen de su carita risueña se presentó como la opacidad del cristal empañado por un vaho infinito.

Resultó que "todos los bomberos de mi escuadrón la habían visto antes. En las noches de lluvia, siempre atraviesa la calle sin mirar. Los conductores intentan esquivar el golpe y terminan lastimados o muertos. A veces, me visitaba, pero sólo cuando dormía. No decía nada, me extiendía su mano y la llevaba al otro lado de la calle.

“Creo que quedé traumado con esa imagen pero la verdad es que sólo una vez más, en diez años, volví a ver a la niña e increíblemente en el mismo sitio de la primera vez, pues hubo un conato de incendio cerca del lugar donde ocurrió el accidente de auto y me tocó verla.

“Esto que les platicó ocurrió en la avenida Itzaes, más o menos cerca de donde estaba la casa de Pedro Infante. Actualmente, está muy transitada, pero en ese entonces no era tanto. Me comentan vecinos del rumbo que en ese entonces atropellaron a una niña, y es su alma en pena que aún continúa vagando y, peor aún, ocasionando accidentes, aunque nadie le da importancia, pues esto lo atribuyen al exceso de tráfico”, finalizó.

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