El campesino que no creía en espantos mayas

Tras comprobar la existencia de los demonios, un incrédulo murió de miedo; su alma fue robada por el Okol Pixán para castigarlo eternamente.

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Se cuenta que si te untas las lagañas de un perro podrás ver lo mismo que ellos. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Cuenta una antigua historia que existió un campesino que no creía en los secretos y misterios mayas. En especial, negaba la existencia de seres sobrenaturales y mitológicos de los muchos que existen en el folclor maya-yucateco. Decía que solamente creería en algo semejante si lograba ver y comprobar 'con sus propios ojos' la existencia de esos seres fantasmales.

Los días transcurrían con absoluta normalidad. El campesino seguía en su postura y se burlaba de las personas que afirmaban haber visto algo extraño o inexplicable, estallaba en carcajadas y se retiraba para no escucharlos. Pero esto llegó a los oídos de los poderosos dioses del Mayab antiguo que decidieron darle una lección para demostrar al incrédulo y a todos los hombres, su existencia y el alcance de sus mágicos poderes.

"Okol Pixán" (ladrón de almas)

Para ello enviaron a un mensajero, quien se acercó al campesino y, para evitar ser descubierto, tomó la forma de un anciano que iba de casa en casa pidiendo limosna. Se trataba de una criatura conocida como “Okol Pixán” o ladrón de almas. Su labor consiste en llevar al inframundo el alma de las personas agonizantes para utilizarlas con fines perversos.

Cuando el mensajero estuvo en la casa del campesino le preguntó que si era cierto que no creía en los fantasmas y seres naturales. Este confirmó su parecer y dijo que eran puras tonterías e inventos sin sentido alguno. Ante esto el anciano le dijo que podía demostrarle la existencia de esos seres sobrenaturales para sacarlo de dudas.

El campesino pensó que se trataba de una broma y, para no contrariar al visitante, dijo que aceptaría la propuesta y escuchó con toda calma las instrucciones que le dictaron: hoy por la noche escucharás los aullidos lastimeros de los perros del vecindario, saldrás y con seguridad no verás nada, pues sólo los perros tienen el poder de ver a los espíritus del mal que deambulan por los reinos de las tinieblas. 

Lagañas de perro

Al amanecer tomarás las lagañas de un perro y te las untarás en los ojos, así podrás ver lo mismo que ellos. Cuando llegue la noche y escuches de nuevo los aullidos y quejidos de los canes saldrás y descrubrirás un gran espectáculo que tu memoria nunca olvidará. 

Así lo hizo el campesino sin saber lo que le esperaba.

El primer día no pudo ver nada a pesar de que los perros ladraban y aullaban sin parar, tal y como le había dicho el anciano. En la noche siguiente sucedió lo mismo, el escándalola escandalera era más fuerte de lo normal, se puede decir que había un gran alboroto en el lugar.

Cuando el pobre hombre salió al patio de su casa vio una escena terrorífica: por todas partes habían demonios y criaturas horrendas que infundían temor hasta el más valiente de los hombres. Estos entes se contaban por cientos y estaban por todos los lados gritando y molestando a los infelices perros. El incrédulo sufrió un fuerte escalofrío que lo paralizó sin poder pronunciar palabra alguna.

Cuando amaneció las criaturas desaparecieron, pues bien se sabe que le temen a la luz del sol. Entonces el infortunado campesino entendió y comprobó la existencia de los monstruos mayas, pero fue invadido por fuertes calenturas que le provocaron agonizantes dolores de cabeza. 

Al filo del mediodía murió

Se dice que cuando su alma se desprendió del cuerpo fue robada por el “Okol Pixán” para llevársela al infierno y seguirlo castigando por no creer y burlarse de las criaturas sobrenaturales del Mayab.

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