Rituales para construir un cementerio en Yucatán

No basta con encontrar un terreno amplio y apto, alejado de la población, y cumplir con normas de higiene y sanidad.

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Pasillo principal del cementerio de Tixkokob, donde se hizo un antiguo ritual de consagración. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Hace unos meses leí en un libro de leyendas mayas que decía que los antiguos cementerios que existían en la península de Yucatán antes de la llegada de los españoles eran construidos bajo ciertas condiciones, tanto físicas como espirituales. 

Lo interesante del caso que eso se vino haciendo incluso durante la época de la colonia, lo que significa que más de la mitad de los actuales panteones de esta parte del país cumplen los requisitos que a continuación les enumeraré.

Antes de darlos a conocer, un servidor (así como seguramente usted también) creía que para que un ayuntamiento o autoridad de una población construyera un cementerio simple y sencillamente se regían por las especificaciones técnicas propias de los reglamentos de sanidad, arquitectura, etc.

Es decir, bastaba con encontrar un terreno lo suficientemente amplio, sin muchas piedras o lajas, alejado de la población, y cumplir con las normas de higiene, sanidad y listo.

Sin embargo, descubrí que incluso a principios del siglo pasado se hacían en Yucatán los siguientes rituales para la edificación de un nuevo cementerio:

Lo primero era consagrar el espacio físico, es decir, un sacerdote maya caminaba rodeando todo el terreno haciendo determinadas oraciones y con un sahumerio, para de cierta forma pedir permiso y autorización a los dioses, al mal viento y hasta a los aluxes por la construcción del cementerio.

Rituales que debían cumplirse

Hasta aquí podría no haber nada sorprendente, pero lo que viene después es de llamar la atención, ya que se debía dejar en el terreno (antes de que se construyera siquiera una barda), los huesos de un niño difunto, una mujer de mediana edad y de un anciano mayor de setenta años; esto durante cuatro días antes de la luna llena y cuatro días después.

Esto era con el motivo de que a partir de que se inaugurara el panteón, los restos de los niños, personas de edad mediana y de la tercera edad pudieran descansar bien sin ser molestados por los espíritus malignos. Los huesos debían permanecer a la intemperie y se debía vigilar que nadie los tocara. Se cuenta que los mayas pasaban vigilia las 24 horas del día durante ese lapso para evitar que los perros, zorros o aves carroñeras se acercaran a los huesos, los cuales muchas veces aún tenían restos de carne.

Transcurridos los nueves días, debía retornar el sacerdote maya y caminar alrededor de todo el sitio, pero acompañado de un niño, mujer de edad mediana y anciano (vivos) para que de esta forma supuestamente se protegiera a las personas vivas que visitarían el cementerio de las presencias de espíritus o almas en pena.

Posteriormente debían regar por todo el sitio unos diez litros de sangre de diversos animales con el objetivo de que cuando el panteón estuviera edificado, éstos no entraran a molestar el descanso eterno de las personas.

A partir de ese momento ya se podría realizar la construcción del cementerio, pero antes de que se empezaran a meter los restos de los difuntos se tenían que enterrar ocho cruces en los cuatro puntos cardinales del sitio (dos por cada punto) y tres más en el centro del cementerio (en donde normalmente se ubica el pasillo principal); después de esto ya se podía iniciar con el traslado de cadáveres.

Cementerios recientes

No sabemos con exactitud si esto se ha seguido haciendo en los nuevos cementerios (por ejemplo, el de Xoclán en Mérida , uno de los más nuevos), pero creemos que como sólo se trata de tradiciones, en caso de que se hubiera hecho difícilmente estaría documentado o habría información oficial al respecto.

Lo que sí sabemos de forma extraoficial es que parte de estos rituales se realizaron en las ampliaciones de los cementerios de algunos municipios, por ejemplo en el de Tixkokob hace unos veinte años cuando se realizó la segunda etapa del mismo (a un costado del panteón antiguo), y también en la tercera etapa que se realizó hace poco tiempo, y aunque se hizo con el permiso del ayuntamiento, las autoridades no participaron en ello.

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