La verdadera misión de la serpiente 'Tsukan'

La gigantesca serpiente es la dueña y señora de las grutas y cenotes de Yucatán.

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Yum Chaac, el señor de la lluvia, encargó a la serpiente Tsukan procurar que los cenotes jamás se sequen. (Archivo/Notimex)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Cuentan los ancianos mayas que de entre todas las serpientes que habitan las cuevas y cenotes de la península de Yucatán, destaca una, no sólo por su gran tamaño, sino por todo el misterio que la rodea. Es la serpiente Tsukan, dueña y guardián de las grutas y cenotes.

Hace miles de años, Yum Chaac, el Señor de la Lluvia, tenía la misión durante la primera sequía de llevar el agua del subsuelo al resto del mundo. Montado en su caballo alado buscó y buscó el agua, pero sus esfuerzos resultaron inútiles. Los pozos y cenotes estaban vacíos. ¿Y a dónde se había ido toda el agua?

Cansado, se sentó sobre un tronco, pero cuál fue su sorpresa cuando ése comenzó a moverse. Yum Chaac y su caballo se sobresaltaron porque no se trataba de un tronco, era una gigantesca serpiente y se había despertado. 
Hambrienta, de un solo bocado devoró al caballo alado de Yum Chaac antes de que pudiera escapar.

Furioso, el Señor de la Lluvia se montó sobre la serpiente y comenzó a azotarla con su látigo.

-Ahora tú serás mi montura por haberte comido a mi caballo - dijo Yum Chaac.
Y de pronto, a la serpiente comenzaron a salirle crines de los cuales Yum Chaac la sujetó.

-¿Y tú quien eres para azotarme?- dijo enfurecida la enorme serpiente Tsukan.

-Soy Yum Chaac, el Señor de la Lluvia y ahora también soy tu señor. Me llevarás al mar para traer agua a los cenotes que están vacíos porque seguramente tú acabaste con ella.

Quería el mar

Tsukan estaba enfurecida, no sólo por los golpes, también por lo que le había ordenado Yum Chac. Se retorció con mucha fuerza y tanta agitación que sólo provocó que sus crines se inflamaran. De repente de su cuerpo aparecieron unas enormes  alas que la elevaron majestuosamente por los cielos para obedecer a Yum Chaac y llevarlo hacia el océano.

Una vez en el mar, Yum Chaac llenó cientos de vasijas con agua y los ató al lomo de Tsukan. La serpiente estaba fascinada, pues era la primera vez que veía el mar.

- No volveré a las grutas - dijo Tsukan - me quedaré en el mar, aquí tengo mucho espacio y puedo ir a donde quiera.

- Primero debes terminar tu misión- contestó Yum Chaac.

- ¿Misión? ¿De qué hablas? - replicó Tsukan.

- Tú vas a cuidar de los cenotes, las grutas, las cavernas y jamás habrán de secarse. Serás el guardián para que nadie abuse del uso del agua y sólo cuando seas vieja, te permitiré regresar al mar - dijo Yum Chaac, engañando a la serpiente porque sabía que Tsukan rejuvenecería constantemente.

Ciclo completo

El dejar la costa no le gustó nada a Tsukan, por lo que derribó a Yum Chaac al sacudirse violentamente. En respuesta, Yum Chaac usó su látigo mientras caía. Provocó un relámpago que fulminó al instante a la serpiente y miles de gotas de agua llovieron en la tierra.

Los ríos, cuevas y cenotes se volvieron a llenar. Lentamente, en el fondo de una gruta, las gotas de agua se condensaron hasta tomar la forma de la serpiente. Poco a poco le salieron de nuevo las escamas, comenzó a crecer y obtuvo sus alas. Cuando se sintió lista, voló nuevamente al mar, pero se encontró con Yum Chaac, quien la mandó de regreso con una fuerte ráfaga de viento que desintegró nuevamente su cuerpo, lloviendo sobre toda la región.

Así, la serpiente Tsukan estaba condenada a volver siempre al mar pero Yum Chaac nunca la dejaría olvidar su misión, el completar el ciclo del agua por siempre.

Este relato nos lo envió Mario Alfonso Martín Cardeña, de la ciudad de Mérida, a quien le agradecemos que lo haya compartido con nuestros lectores.

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