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Maravillas de nuestro idioma, que mientras más lo estudiamos más nos va revelando su riqueza, su “anatomía” y su “fisiología”. Hoy me propongo elaborar este Plato de lengua con algunas “curiosidades” de este extraordinario medio de comunicación humana.

La primera es el nombre: español no es una palabra española, sino provenzal, idioma al que llegó desde el latín medieval. Se deriva de espaignol que a su vez tiene su origen en el latín medieval hispaniolus. Los romanos llamaron a la región que hoy ocupan España y Portugal Hispania, que es “tierra de conejos”, seguramente porque este animal abundaba ahí.

El provenzal es un dialecto del occitano o lengua de oc que se habla mayormente en el sur de Francia, pero también en España, donde tiene estatuto de lengua cooficial en Cataluña, y en regiones de Italia (Piamonte), aunque hay lingüistas que sostienen que esta derivación no es provenzal sino del dialecto vivaroalpino que también forma parte del occitano. Es una lengua romance (de Roma), igual que el español, el portugués, el italiano, el francés, el rumano…

La palabra latín, que designa al idioma madre de las lenguas romances, se originó mil años antes de Cristo en la región llamada Lazio, en el centro de lo que hoy es Italia. Es una de las lenguas indoeuropeas que dieron pie a casi todos los idiomas que se hablan o que se hablaron en Europa (algunos ya están muertos), menos el finés, el húngaro y el vasco, pero incluidos el alemán y el inglés, además de los romances (derivados del latín). El latín se extendió por todo el Imperio Romano y avasalló a todas las demás lenguas.

Es el idioma en que se expresaron Cicerón, Virgilio, Tácito… y en el cual se plasmaron las grandes aportaciones del Derecho Romano, entre otras creaciones intelectuales de la Roma imperial. En el Renacimiento fue el idioma de la ciencia y la literatura (Descartes, Leibniz, Newton, Linneo escribieron en latín). Una derivación, la lingua romana rustica o latín vulgar (idioma del pueblo: vulgo) por sucesivas transformaciones generó las lenguas romances. El latín culto es el idioma de la liturgia católica. Hoy en día, el único estado que lo mantiene como idioma oficial es El Vaticano.

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