Frida Sofía, una reflexión desde el Rébsamen

Una vez más, otro 19 de septiembre, niños muertos, sepultados en vida, pánico, desolación, impotencia de padres, hambre, frío, sed, cansancio.

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Una vez más, otro 19 de septiembre, niños muertos, sepultados en vida, pánico, desolación, impotencia de padres, hambre, frío, sed, cansancio, son las vivas entrañas que nos muestra la frágil memoria del mexicano ante la desgracia. La desproporcionada cobertura de los medios a este hecho sepultó a los miles de oaxaqueños y chiapanecos que unos días antes sufrieron la misma, brutal embestida de la tierra; sin embargo, para ellos, el trato no tuvo la misma consideración de las autoridades federales pese a la mayor dimensión de su tragedia.

Al igual que en otros desastres, la insensibilidad, el cinismo, el oportunismo, lo inhumano, la negligencia, el abuso, la indiferencia, lo despótico y la cobardía se han hecho presentes en el actuar de nuestros políticos, autoridades e instituciones; la rapiña se adueñó prontamente de los recursos que el INE entregaría a los partidos políticos ante la insolvencia de la administración para ayudar a la población. La simulación de una donación de una fantástica cantidad de recursos destinados a campañas políticas desviste la mezquindad de la clase política y del INE que no aclaran que el fabuloso monto es como quitarle un pelo al gato y tirarlo como migaja al pueblo.

Si de desastres hablamos, entonces leamos lo que Robert Glasser, el mayor experto de la ONU sobre estos temas, refirió: “Cuando piensas en peligros como terremotos, huracanes, ciclones, tsunamis, esos peligros por sí mismos no causan un desastre, el desastre ocurre cuando el fenómeno natural se combina con la gente y su vulnerabilidad. Si un edificio fue construido para resistir terremotos, de acuerdo con los estándares apropiados, entonces cuando pega (el movimiento telúrico) no se convierte en un desastre”.

Nuestro desastre fue social, debemos reflexionar y cuestionar sobre la corrupción en las regulaciones para la construcción de edificios y casas: ¿acaso no aprendimos de lo acontecido en 1985? Se debe desnudar un sistema que ha velado por los intereses de unos cuantos a través de actos de corrupción. Incluso, es cuestionable el porqué las autoridades mexicanas no aceptaron la ayuda de Suiza, la cual ofreció el apoyo de ingenieros para la revisión y el análisis de las estructuras de los edificios y escuelas, ¿por qué? La respuesta es obvia. Necesitamos mentes que no se colapsen, un México más sensible, más humano con los que hoy están en desgracia.

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