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Contrariamente a lo que se cree y piensa comúnmente acerca de que son los profesores quienes maltratan a sus alumnos, hoy día es muy común encontrar situaciones donde sucede todo lo contrario: los docentes son maltratados por alumnos, y eso también es bullying. Hace muchos años los padres de familia pedían que sus hijos fueran castigados por los mentores por portarse mal; en los últimos años, los profesores que agreden a sus alumnos son sancionados, suspendidos y hasta denunciados, por lo que los escolares se aprovechan de esta situación para maltratar, responder o burlarse de algunos maestros, quienes toleran estas malas actitudes para evitar denuncias en caso de actuar en contra del alumno agresor.

Se ha dado gran importancia a los derechos del niño y de los jóvenes, pero no a los deberes y obligaciones; por otro lado, las normas son muy drásticas para los maestros, que para evitar sanciones prefieren no corregir el mal comportamiento de los escolares. Este creciente fenómeno se manifiesta más en la educación pública, ya que este sector está más estigmatizado que en la educación particular. Los profesores se sienten desprotegidos y poco apoyados, incluso por la dirección del colegio; los alumnos no los respetan, los desafían, se burlan y les hacen gestos, les ponen apodos o simplemente no obedecen durante la clase, pero, si el maestro actúa, se le acusa de abuso. ¿Quién denuncia en estos casos?, nadie, prefieren no hacerlo, por miedo y vergüenza; aceptan esta realidad como parte de las relaciones con los sectores de riesgo, alumnos con problemas familiares (maltrato, violencia, abuso) que están acostumbrados a un ambiente donde se trafica con drogas y hay mucha delincuencia.

No se puede tapar el sol con un dedo, son muchos los alumnos que necesitan de ayuda psicológica, aquellos identificados con algún tipo de trastorno como: déficit de atención con hiperactividad, hiperactividad‐impulsiva, comportamiento perturbador, disocial (trastorno de la conducta), oposicionista (negativista), desafiante, entre otros. Los síntomas visibles son: agresividad, robos, mentiras, hiperactividad, impulsividad, dificultades cognitivas y de aprendizaje con pobres habilidades sociales. La terapia familiar ayuda a modificar la interrelación familiar y así mejorar la comunicación.

Padres, SOS, su apoyo es fundamental para el aprendizaje de su hijo.

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