'El mundo sería diferente, si todos de niños fuéramos a los Boy Scouts'

Aseguran que este estilo de vida impacta en la formación de los niños porque se aprende a ser positivo y productivo y se fortalece el carácter de las personas.

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Ernesto Ricalde lleva 48 años en el grupo Boys Scouts de Yucatán. Conoce su historia. (Foto: José Acosta)
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MÉRIDA, Yuc.- Con 55 años recién cumplidos, de los cuales ha dedicado 48 al grupo Boys Scouts de Yucatán, Ernesto Ricalde Arceo ha logrado todos los objetivos a que se puede aspirar, ocupando cargos distinguidos y honorarios, para consolidarse como un bastión del escultismo en la entidad.

Maduro, en buen nivel físico, tiene muchas inquietudes, como realizar actividades productivas, conocer el mundo, seguir haciendo amigos y seguir aportando y sirviendo a la sociedad, sin negarse nunca a colaborar con asociaciones que brinden beneficio común y familiar.

Ingeniero Civil de profesión, considera el escultismo un gusto, un disfrute que en el momento que sea una molestia o un esfuerzo lo abandonaría; sin embargo, instalado en su etapa adulta continúa aportando sus conocimientos y experiencias a las nuevas generaciones del grupo explorador.

Permanente participante de las semanas Scout iniciadas en 1969, ha recopilado la historia, ha visto aparecer y desaparecer grupos, pero está convencido de que el escultismo en Yucatán permanece y permanecerá.

Actualmente, en la estructura tiene el nombramiento de Vicepresidente Administrativo de la Provincia de Yucatán, cargo que ejercerá por el periodo de cuatro años para el que fue electo, invitado por el presidente de la agrupación, Raúl Rebolledo.

Infancia

Ernesto, junto con su gemelo Eduardo, acompañó a su hermano mayor Eithel, quien fue llevado para unirse al grupo escultista por sus padres Eithel Ricalde Gamboa y Miriam Arceo de Ricalde; a esta agrupación se integraría de manera prematura a la edad de seis años. Ramón Matos, el “Akela” (jefe de manada), lo recibió bajo su tutela y el siguiente año hizo su promesa de forma oficial, un día de noviembre de 1969.

Su vida como beneficiario dentro del grupo siempre fue un disfrute, desde niño, de los 7 a los 11 como lobato en la rama menor que es la manada, luego como seisenero, que le permitió participar en campamentos, y a los 11 se integró a la tropa, donde obtuvo el nombramiento de guía de patrulla.

1976 Ernesto , Eduardo y Abelardo

Ya como hermano mayor formó su patrulla denominada Castores y más tarde, cumplidos los 17, pasó al clan Rovers donde tuvo vivencias como escudero hasta que una crisis hizo desparecer el clan y comenzó a ejercer una doble vida: servir como rover y scouter de la tropa, integrada por más de 40 jóvenes.

“Un renacer nuevamente para que el grupo volviera a dar frutos, porque se reintegró el clan y posteriormente el grupo y así se mantuvo de forma trascedente la secuencia”.

La nueva tropa

Desde los 19 años estuvo a cargo de la tropa, ya que considera emocionante trabajar y devolver al escultismo un poco de lo que le legaron, pero tiempo después, cuando tenía 24 años, fue invitado a ser subjefe de grupo y posteriormente se convirtió en jefe de grupo y jefe de familia, cargos que ejerció paralelamente.

Con la llegada de su tercer hijo, su esposa le hizo ver que la manada ya estaba en casa y tuvo que dejar la jefatura; pero siguió en contacto con la provincia y con toda la gente de esos grupos, los cuales hasta la fecha son sus amigos y con quienes continúa colaborando.

“Donde te veo me vi, y donde me ves te verás, es una vieja frase que decían los grandes personajes de la sociedad yucateca que han formado parte de las filas, la cual ha formado parte de mi vida”.

Nueva Etapa

Concluida su etapa de beneficiario, Ernesto se incorporó como adulto dirigente haciendo trabajo administrativo; a partir de 2009 ha ocupado distintos cargos, como Comisionado de Operación, Comisionado Internacional y Secretario; en este periodo también ostentó la categoría de Asociado, participando en las asambleas nacionales y cumbres, donde se planean las actividades del escultismo en todo el país.

Con la familia 

Los Scouts

Ricalde Arceo piensa que en la etapa de beneficiario, de los 7 a los 22, es donde se siembra la semilla para generar jóvenes y líderes responsable en la sociedad y su trabajo, no sólo exploradores, ya que la aspiración del grupo scout es que por lo menos un cinco por ciento de los que egresan se queden como scouters trabajando en su propio grupo, los que puedan, aunque no es la meta.

Piensa que esta actividad es una alternativa muy interesante para los niños y jóvenes, ya que la herramienta de enseñanza de valores y para desarrollar el sentido de servicio a la comunidad es el juego.

Asimismo, asegura que esta forma de vida impacta en la formación porque se aprende a ser positivo y productivo y se fortalece el carácter de las personas, y todo se aplica en la vida diaria.

Con pañoleta o sin ella, siempre se suma para apoyar pequeñas crisis, sin pensarlo, porque ayudar a los demás se volvió un instinto, por eso invita a los papas de niños en edad de integrarse que prueben, no es para todos, pero que lo intenten porque sus hijos se van a divertir y se convertirán en adultos responsables y formadores.

“Si todos en la infancia pasaran por la formación que brinda este grupo, el mundo sería muy diferente”.

Los cambios

Para Ricalde, el grupos Scout es un movimiento que ha ido cambiando su programa; el primero en 1985, se adaptó la mentalidad que se tenía desde 1960, que no era obsoleto pero dejaba de ser atractivo para los jóvenes de esas décadas; además, la agrupación se volvió mixta, ya que en ese año se incorporó a las damas.

Otro cambio fue a partir de 2006, con el Esquema Nacional Educativo que incorpora una logística pedagógica y se dividen de diferente forma las edades, pues se incorporó una sección intermedia que es la comunidad denominada Caminante, de 14 a 17 años.

Las enseñanzas

La mayor satisfacción de Ernesto es ver que la mayoría a los jóvenes que trabajaron con él siguieron viviendo el escultismo dentro de la asociación y siguen participando al margen; sin embargo, asegura que falta trabajo dedicado de todos para que la actividad sea más incluyente y que llegase a más gente donde más se necesita.

Con la falta de reintegración de los egresados, esos lugares los han tomado los padres de familia que se capacitan, pero se pierde la costumbre de retransmitir; esto reinventa el escultismo de manera cíclica, porque los colaboradores no tuvieron su vivencia como exploradores.

Su anhelo es que vuelvan al grupo, ya que los hermanos de los años 90’s y 2000 se han perdido, quizá por el cambio de políticas scouts; en esos años se llegó a tener tres mil miembros en la asociación, hoy son mil seiscientos, sin embargo existen otras agrupaciones que en aquella época no existían, las cuales fueron creadas por hermanos que se separaron.

En ese contexto, llama a los ex integrantes a compartir sus experiencias, ya que tiene el proyecto de formar un museo y crear archivos de los más de 100 años que tiene el escultismo en Yucatán, así como el apartado del Grupo 3 que cumplió 80 años. 

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