Historia: La mujer que robó la corona de Los 3 Reyes

'San' recorrió casi todas las panaderías de Mérida y en una de ellas recibió el único regalo de un 6 de enero.

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En el Día de Reyes, el 'ingrediente' más importantes es la rosca. (SIPSE)
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Eduardo Vargas Marín/SIPSE.com
MÉRIDA, Yuc.- No había terminado de pagar la rosca a la cajera de la panadería, cuando doña Paty sintió que le jalaban el vestido, al tiempo que una pequeña mano se extendía frente a ella, casi al nivel de su cintura.

Doña Paty bajó la mirada y ahí estaba un “niño de la calle”, a quien sus amigos llamaban 'San', le pedía insistentemente “una limosna, por favor”.

Doña Paty sacó dinero de su bolsa, compró la rosca de reyes más pequeña y, sin pensarlo, se la entregó a San; mudo, el niño no pudo ni siquiera agrader el gesto, tan sólo giró la cabeza y dirigió la mirada a otros dos pequeños que se asomaban desde la entrada.

Luego del veloz cruce de sorprendidas miradas, los tres niños por fin sonrieron, pero cuando San volteó para dar las gracias, la dama había desaparecido.

Durante toda esa mañana, 'San' y sus amigos, a sabiendas de la cantidad de gente que ese día colmaría los comercios, habían recorrido una a una las panaderías de Mérida.

En muchos casos, parados desde la puerta, los pequeños pudieron ver cómo la gente hacía fila en espera del popular “pan con muñequito”, sin alcanzar a entender completamente el significado de tal frenesí.

Los meridanos entraban y salían velozmente de las panaderías en busca de la mejor oferta, en esta fecha en que, quizás, sea la de mejor venta.

'San' y sus amigos no lo tenían muy claro, pero en ese ir y venir, niños y adultos gastaban las últimas horas de las vacaciones, pues el Día de Reyes era también la víspera del regreso a clases, luego del descanso decembrino.

Como es costumbre, todos dejaron al último el principal ingrediente de esta añeja tradición, por lo que San y sus amigos se encaminaban a una de las jornadas más largas en busca del pan de cada día.

Para muchas personas, el objetivo era, independientemente del costo o la calidad, tener una rosca de reyes para no quedarse atrás o salir de tono.

Quizás por ello, cuando San puso un pie fuera de la panadería del centro de la ciudad, donde minutos antes había recibido una rosca, no pudo más que sonreír igual que sus compañeros lo hacían desde que observaron la escena.

Los tres juntos apuraron el paso hacia la banca de la Plaza Grande, se sentaron, quitaron la envoltura de plástico que protegía la rosca y prácticamente, tras dividirla en partes iguales, la devoraron.

No fue sino hasta que doña Paty cruzó en su automóvil por una de las calles aledañas de la Plaza y les sonrió, que San pudo devolver la sonrisa que momentos antes no pudo esbozar.

Entonces 'San' pensó que, a veces, los Reyes Magos también tienen cara de mujer...

 

(Historia basada en la crónica periodística publicada por el autor en el periódico Novedades Yucatán, el miércoles 7 de enero de 1998, Pág 1 sección Local)

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