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'Cuando recibí la noticia estaba muy asustado: no había dejado de ser hijo y ya iba a ser padre', cuenta Sebastián. (Imagen estrictamente ilustrativa/Archivo SIPSE)
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MÉRIDA, Yuc.- Lo llamaremos “Sebastián” para proteger su identidad, este joven adolescente vive con sus padres y hermanos en una casa de fraccionamiento, al oriente de la ciudad. A solo media cuadra, su novia a quien denominaremos “Yesenia”, acuesta en la cuna al hijo de ambos, de diez meses de nacido.

A los 14 años, Sebastián cursaba el tercer año de la secundaria, no tenía trabajo y lo invadió el pánico al enterarse de la noticia: su novia estaba embarazada

"Mi viejo siempre me habló de cómo cuidarme, pero no escuche su consejo y en un descuido embaracé a mi novia. Al principio estaba muy asustado, fue una mezcla de sorpresa y desesperación. No había dejado de ser hijo y ya iba a ser padre", recuerda.

Como ocurre en la mayoría de los embarazos adolescentes en Yucatán, fueron los padres de la pareja de jovencitos, quienes tomaron las riendas de la situación, se reunieron para discutir sobre el futuro y cómo iban a seguir adelante.

"Decidieron que íbamos a vivir en casas separadas, que por el momento no le iba a dar mi apellido y que íbamos a dividir los gastos entre las dos familias", explica Sebastián, que hoy cursa la preparatoria en sistema abierto y trabaja como aprendiz en un taller mecánico. Sin embargo, desea concluir la educación media superior y estudiar una licenciatura.

“Quiero tener un trabajo estable para poder darle a mi hijo lo que se merece", sostiene Sebastián.

Durante la mañana, el bebé se queda al cuidado de la madre de su novia, porque ella va a la escuela preparatoria. Actualmente cursa el primer grado.

Los sueños

Lejos de la euforia adolescente, Sebastián se muestra tranquilo y confiado porque tiene un plan y no va a descansar hasta conseguirlo: estudiar la Licenciatura en Derecho, poner su propio despacho y tener su hogar.

“Nuestra idea era ser padres a los 24 o 25, pero nos adelantamos (sonríe). La noticia fue impactante porque te pones a pensar en los planes futuros que tenías y que en ese momento quedan truncos. Todos los que me decían que iba a ser difícil, yo les decía que lo iba a poder enfrentarlo. Y por ahora, voy bien”, dice Esteban, quien obtiene un sueldo semanal de 800 pesos.

"A mí no me gusta depender de nadie. Si metí la pata trato de salir solo. Por suerte fue mucho menos pesado de lo que pensé que iba a ser. Hay momentos en que estamos cortos de dinero, pero tratamos de disfrutarlo al máximo y nuestros papás nos apoyan porque ven que queremos salir adelante a pesar de que nos costará el doble de trabajo", reflexiona.

Por el momento Sebastián no desea tener más hijos porque su prioridad es establecerse económicamente.
"No lo quiero soñar únicamente, sino actuar para conseguirlo", concluye el joven padre.

Juzgado

  • "Antes me daba vergüenza salir con él porque la gente me miraba, pero ahora no. Lo saco a pasear o lo llevo al parque", confiesa emocionado el joven.

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